Esta es la cuarta entrega de una serie de textos que condensan las ideas que están discutiéndose en los diálogos organizados por la Coalición por la Transformación Urbana en México, y en los que se abordan temas relacionados con las líneas de acción de la Coalición: vivienda; instrumentos de planeación urbana y expansión; movilidad urbana sostenible; reducción de riesgos de desastre; gobernanza metropolitana y desarrollo regional; y financiamiento para el desarrollo urbano, con el objetivo de presentar y discutir ideas que fortalezcan la política pública mexicana para conformar mejores ciudades para todos. La Coalición por la Transformación Urbana: Mejores ciudades para todos, es una iniciativa mundial de alto nivel creada por La Nueva Economía del Clima para ayudar a los gobiernos nacionales a enfrentar los desafíos económicos, de desigualdad y climáticos que padecen las ciudades del mundo, y así transformarlas en lugares habitables y sostenibles. El Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) México, C40, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Gobiernos Locales por la Sustentabilidad (ICLEI), el Instituto Global para el Crecimiento Verde (GGGI, por sus siglas en inglés), ONU-Hábitat, el Colegio de México, Techo México y la Asociación Mexicana de Institutos Municipales de Planeación (AMIMP) decidieron unirse, con apoyo de la Embajada Británica, para conformar el primer grupo de aliados de la Coalición por la Transformación Urbana en México. A nivel global, la Coalición está integrada por más de 40 institutos de investigación, organizaciones intergubernamentales, inversionistas, proveedores de infraestructura, compañías de asesoría estratégica, organizaciones no gubernamentales y diversas redes de ciudades. A partir de este año, la Coalición inició actividades en México. En esta ocasión, el diálogo tuvo lugar el miércoles 26 de junio y se realizó en torno al rumbo de la movilidad en el marco de la sostenibilidad urbana. Natalia García, gerente de regulación y normativa urbana de WRI México, moderó el diálogo en el que Abel Muñoz, profesor investigador de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas del Instituto Politécnico Nacional, Silvia Mejía, consultora y líder de planeación en Steer, Fernanda Rivera, directora general de seguridad vial y sistemas de movilidad urbana sustentable de la Secretaría de Movilidad (SEMOVI), y David Escalante, gerente de planificación y operaciones de transporte en WRI México, abordaron algunos de los retos que tiene México en materia de movilidad, con énfasis en la relación que existe entre la política pública, las instituciones de gobierno, los intereses privados y las necesidades de la ciudadanía.

Para poder abordar los retos que enfrenta la movilidad es necesario entender la forma en la que se distribuyen los viajes en las ciudades y de qué forma las diferentes soluciones de transporte atienden efectivamente la demanda de transporte existente. Si la planeación del transporte no tiene en cuenta los patrones de movilidad y las decisiones y preferencias de los usuarios respecto de cómo moverse -a pie, en bici, en transporte público o en vehículo particular-, es muy difícil que el transporte pueda ser una herramienta que incida positivamente en el mejoramiento de la calidad de vida de la población.

En México, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 36 por ciento de la población hace sus viajes al trabajo en transporte público, un 7 por ciento en transporte privado colectivo, el 27 por ciento en medios no motorizados (21 por ciento caminando) y sólo el 26 por ciento lo hace en vehículo particular. Sin embargo, de conformidad con análisis realizados alrededor de la ejecución presupuestal a nivel federal, el 74 por ciento del gasto público está dirigido a infraestructura para el automóvil, 9.68 por ciento para peatones, 1.54 por ciento para ciclistas y sólo un 6.73 por ciento para transporte público .

Esta distribución desigual entre modos de viaje y presupuesto evidencia uno de los principales problemas que tiene la movilidad en México y una realidad inminente frente a la ciudadanía: una baja calidad o ausencia de sistemas de transporte público, y poca infraestructura para la movilidad no motorizada, principalmente ciclista . Al déficit de infraestructura se le suman otras consecuencias fatales, como los altos índices de mortalidad por hechos de tránsito -según el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (CONAPRA), en 2016 murieron 16 mil personas en México-, la concentración de partículas contaminantes que afectan la calidad del aire, y la reducción de la productividad laboral y de tiempo de ocio por las horas perdidas en el tráfico .

La atención a estos problemas es urgente, por lo que hemos incluido la movilidad urbana sostenible como parte de las líneas de acción de la Coalición por la Transformación Urbana en México. Su incorporación dentro de la política pública urbana en el País como una visión de largo plazo es prioritaria para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y reducir las externalidades de la movilidad motorizada.

Fernanda Rivera, de la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México (SEMOVI), señaló que la movilidad debe ser más equitativa, sustentable e innovadora usando la tecnología a favor del transporte. “Además de tener políticas públicas de movilidad que incluyan la perspectiva de género”, dijo.

Como hemos abordado en los diálogos anteriores de la Coalición, las políticas públicas en la ciudad no deben ser diseñadas teniendo en cuenta sólo una dimensión: o vivienda, o suelo, o transporte, o aire… sino ser diseñadas multidimensionalmente para que todos los componentes estén relacionados y hagan que las ciudades funcionen como sistemas complejos. En el caso de la movilidad, los habitantes que más padecen la falta de una política de transporte robusta son los que viven más lejos y los más pobres, quienes gastan más en transporte , sobre lo cual Silvia Mejía, de Steer, enfatizó la importancia de diseñar el transporte a partir del uso del suelo. “Considerando el crecimiento de la ciudad y vinculando los Planes de Desarrollo Urbano con los Planes de Movilidad”, acotó.

Atender las necesidades urbanas con una mirada multisectorial permite, además de solucionar problemas específicos, aprovechar las condiciones particulares de las ciudades y sus diversas fuentes de recursos, dentro de las cuales está el valor del suelo, que con los instrumentos correctos puede convertirse en un potente financiador de infraestructura para la movilidad .

Existen diversos retos al respecto: la carencia de planeación por parte de las instituciones que intervienen en el proceso, la escasa coordinación interinstitucional que se da en todos los niveles y la falta de continuidad debido a cambios políticos. Para atender estos retos, es necesario contar con un sistema de planeación que exija concordancia entre los distintos planes, desde el nivel federal hasta el local y entre planes sectoriales.

En este sentido, Abel Muñoz, profesor de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas (UPIICSA), precisó que la planeación debe partir de prospecciones a futuro, que aseguren la continuidad del plan, e insistió en la relevancia de revisar y evaluar los efectos colaterales de las transiciones de movilidad de los vehículos particulares a otros modos más sostenibles, teniendo en cuenta los impactos en la industria y las condiciones en las que otros sectores, por ejemplo el energético, también tienen que avanzar hacia opciones más sostenibles.

Es muy importante hacer énfasis en la planeación, porque la relación entre la robustez de lo planeado y la efectividad de la ejecución es proporcional; en este sentido, David Escalante de WRI México destacó que no se está gastando lo que se debería en materia de planeación.

Pensando en cómo aterrizar este enfoque en la práctica, es necesario discutir cuál es el papel de los gobiernos locales frente a la movilidad a nivel nacional. Teniendo en cuenta que el desafío de “mover gente” ocurre en el territorio, podríamos imaginar esquemas en los que se le dé mayor autonomía a los municipios para crear programas piloto en los que se pongan en marcha soluciones innovadoras, que luego puedan incorporarse como política a nivel federal. Por ejemplo el Plan de movilidad en bicicleta para la Ciudad de México 2019 . Para esto se requiere claridad sobre las diferencias existentes entre municipios pequeños, intermedios y grandes, para poder implementar acciones apropiadas para la escala municipal.

También es importante resaltar que este tipo de medidas serán posibles siempre y cuando contemos con un sector de movilidad con una formación técnica sólida, sobre lo cual Escalante abordó la necesidad de identificar los puntos donde se pueda tener un gran impacto en el sector transporte. “Lo cual incluye profesionalizar al sector de la movilidad a través de capacitaciones en las que deben participar tanto técnicos, como legisladores”, afirmó.

El reto está en darle a cada nivel y a todos los actores que están involucrados en este proceso, el rol correcto dentro de la política pública. En otras palabras, darle respuesta a estas interrogantes: ¿Cómo aprovechar el conocimiento acumulado del sector privado que ha gestionado concesiones de transporte público? ¿De qué forma se deben utilizar los datos recopilados por las plataformas tecnológicas de transporte? ¿Es posible incorporar el conocimiento que tienen las organizaciones civiles para generar soluciones alternativas? ¿Cómo fortalecer a los gobiernos locales para que tengan las herramientas necesarias para tomar decisiones derivadas de sus estrategias de movilidad?

La movilidad urbana sostenible debe ser el resultado del trabajo conjunto entre instituciones sólidas y capacitadas, con visión a largo plazo y en concordancia intersectorial, coordinación entre los distintos niveles de gobierno y participación del sector privado y de las organizaciones civiles, para que el presupuesto sea coherente con los modos de transporte utilizados por la mayoría, atendiendo a las necesidades de la ciudadanía, y reduciendo los impactos negativos de los modos de transporte individual, que benefician a muy pocos e impactan a muchos.

En el marco de los seis ejes de acción de la Coalición por la Transformación Urbana en México, esta entrega de la serie ha buscado recoger ideas clave en cuanto a la movilidad urbana sostenible, esperando complementar este eje de acción con los otros cinco, de forma que podamos pensar de forma integral en los retos de planeación urbana que tienen las ciudades mexicanas, y llevemos este importante mensaje a los tomadores de decisiones del gobierno federal. La próxima entrega de la serie abordará la resiliencia urbana y la gestión integral de riesgos en las ciudades mexicanas, en un diálogo que se llevará a cabo en la Embajada Británica y en el que participarán Elena Tudela, cofundadora de la Oficina de Resiliencia Urbana(ORU), Blanca Márquez, coordinadora general de gestión integral de riesgos de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), y Jessica Hernández, directora asociada en Latinoamérica y el Caribe de 100 Ciudades Resilientes.