Creación de empleos locales, y acceso a la energía eléctrica en lugares remotos, entre los diferentes cobeneficios, destacan los autores

Utilizando las energías limpias, el Gobierno de México tiene la oportunidad de diseñar una política energética integral e inclusiva, que sume a los diferentes ejes del Programa Nacional de Desarrollo (PND, 2019-2024), como son el bienestar, el desarrollo económico, la inclusión y el desarrollo sostenible. Además, encaminaría al País hacia la descarbonización de su economía, y coadyuvaría a contrarrestar los efectos negativos del cambio climático.

Según el Estudio de Energías Limpias en México 2018-2032, del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y publicado en septiembre del año pasado, con las políticas y acciones adecuadas (más allá de las identificadas en el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional, PRODESEN), podrían crearse 257 mil nuevos empleos, una aportación al Producto Interno Bruto (PIB) de 34 mil millones de dólares y una inversión acumulada, entre 2018 y 2024, equivalente a 40 mil millones de dólares, si se impulsa la generación del 35 por ciento de la electricidad mediante las energías limpias. De ser así, para 2024 se lograría una mitigación de 49 MtCO2eq, con lo cual se cumpliría con la meta de disminuir emisiones en un 22 por ciento hacia 2030.

De acuerdo con el mismo estudio, en 2017 las energías limpias representaron el 11 por ciento de la capacidad total del País y generaron el 8 por ciento de toda la energía producida en México. En el Boletín de Energías Limpias, publicado por la Secretaría de Energía al cierre del primer semestre de 2018, se señala que la generación de este tipo de energías alcanzó un 24.12 por ciento de participación, y representó el 31.45 por ciento de la capacidad instalada.

En los últimos tres años se han comprometido 90 proyectos de energía limpia (solar y eólica) en 18 estados de México, lo que representa aproximadamente 8 mil 969 millones de dólares, 7 mil 518 MW (9.9 por ciento de la capacidad de 2017), cerca del 7 por ciento de la generación anual del País.

¿Cuáles serían los cobeneficios de la transición energética en México?

La inclusión de las energías limpias dentro de la planeación energética nacional puede ser el eje que impulse un nivel de bienestar propicio para la sociedad, en vez de simplemente cubrir las necesidades de la demanda. La democratización de la energía mediante mecanismos como la generación distribuida, no sólo crearía empleos a nivel local, también incrementaría la resiliencia de las comunidades frente al cambio climático y los fenómenos naturales, al descentralizar la generación de energía. La penetración de la energía limpia a gran escala garantizaría la soberanía y la autosuficiencia energética, pues no necesita ser importada, a diferencia del carbón y el gas natural, además de que generaría ahorros en el largo plazo, pues no necesitaríamos seguir comprando combustibles para la generación de energía.

¿Podrían maximizarse los cobeneficios sociales de la transición energética?

Hasta el primer semestre de 2018, por ejemplo, se habían instalado 5 mil 581 MW (mil 414 MW de solar y 4 mil 167 de eólica). Y no se pone en duda el cobenefico ambiental en cuanto a la reducción de gases de efecto invernadero (GEI), ni el económico en cuanto a la inversión, sin embargo el cobeneficio social no ha sido medido ni impulsado con el mismo empeño.

En general, los esfuerzos se han limitado a consideraciones económicas y tecnológicas, sin impulsar suficientemente esquemas de planeación o gobernanza más amplios, democráticos y orientados a la sociedad.

A pesar de que los proyectos de energías limpias se han multiplicado, para maximizar sus beneficios es indispensable detallar las bases y los términos para la participación justa de las comunidades locales, y los esquemas de transferencia de beneficios sociales a las comunidades.

Experiencias como la del Parque Eólico del Golfo 1, en Yucatán, donde la empresa desarrolladora consultó e involucró en el proceso a las comunidades por donde pasaron los camiones para trasladar los aerogeneradores, generando beneficios para la comunidad, como mejoras al espacio público o contratación de mano de obra local, y la de Vestas en Tamaulipas e Iberdrola en Oaxaca, muestran los cobeneficios tangibles y escalables de una planeación integral de los proyectos de energía limpia.

En los últimos cinco años, en México, al igual que en el resto del mundo, se ha desarrollado un número creciente de proyectos de energía eólica y solar, cuyos costos pasaron rápidamente de ser competitivos a ser marcadamente favorables, alcanzando niveles que han establecido récords a nivel mundial, por lo que tiene sentido incluir incentivos amigables, no obligatorios (como son los fiscales o los criterios de puntaje en licitaciones públicas), que logran desarrollar local y descentralizadamente cadenas de valor.

El Gobierno de México tiene la enorme oportunidad de llevar esta tendencia a una escala mucho mayor que haga del País un líder ejemplar a nivel internacional, en cuanto a que las energías renovables pueden ser, al mismo tiempo, un instrumento de crecimiento económico, y de bienestar y justicia social.

La generación solar distribuida (GSD) beneficiaría, por ejemplo, principalmente a los usuarios finales, sobre todo a aquellos en zonas remotas sin acceso a las redes de distribución nacionales. El CCE considera una instalación adicional de 6 GW de GSD, lo que beneficiaría a cuatro millones de casas, o 600 mil negocios.

Al respecto, en WRI México pronto daremos a conocer un nuevo Reporte que compila los resultados del trabajo que hemos realizado sobre la materia, en donde se plantea un paquete de políticas y se describen los cobeneficios de invertir en acciones de mitigación de emisiones, incluyendo ahorros en inversiones y el mejoramiento de la salud pública, entre otros; nuestro objetivo es que este documento de pronta publicación sea de utilidad para tomadores de decisiones del actual Gobierno de México, y para otros actores involucrados.