La Secretaría de Energía busca emitir nuevos Certificados de Energías Limpias, lo que comprometería la consecución de las metas climáticas de México

El Acuerdo de París implica que varios países se han comprometido a cumplir metas específicas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). México se comprometió a que el 35 por ciento de la energía generada para 2024, y el 43 por ciento para 2030, sería limpia. Dichos objetivos y otros, como reducir en un 25 por ciento los GEI de vida corta y en un 51 por ciento las emisiones de carbono negro, requieren incentivos.

Uno de los elementos clave para cumplir con los objetivos es generar mecanismos económicos para producir energías limpias y, para ello, México diseñó tres subastas que se realizaron entre 2015 y 2017, y que resultaron en 90 contratos equivalentes a una inversión de nueve mil millones de dólares para desarrollar energía solar, eólica y geotérmica. Con dichos proyectos se reducirían las emisiones en 54 millones de toneladas de CO2 para 2030.

La Secretaría de Energía (Sener) busca emitir nuevos Certificados de Energías Limpias (CEL) para las centrales que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ya tenía en funcionamiento antes de que entrara en vigor la regulación que avaló el uso de estos instrumentos en 2014.

Los CEL son títulos emitidos por la Comisión Reguladora de Energía (CRE), mediante los cuales se acredita la producción de una determinada cantidad de energía limpia. El objetivo fundamental de los CEL es reconocer y garantizar que 1 mega-watt hora (MWh) de energía provenga de fuentes nuevas de energía limpia (nucleares, cogeneración eficiente y renovables: solar y eólica). Un Certificado de Energías Limpias es equivalente a un mega-watt hora (MWh) de energía. La emisión de estos certificados tiene como finalidad incentivar la construcción de nueva infraestructura de generación eléctrica, con lo cual se pretende dar cumplimiento a las metas de generación establecidas en el Acuerdo de París.

El lunes, la dependencia envió a la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer), a su cargo, un oficio para modificar la forma en que se adjudican los CEL. Hasta ahora, estos certificados (a la fecha hay 12 millones) son sólo para la energía generada por nuevas centrales eléctricas vía métodos renovables. De aprobarse ese acuerdo, habría aproximadamente 69 millones de CEL nuevos en el mercado provenientes de las plantas legadas, lo que significaría que la oferta incrementaría 5.5 veces en un solo día, y que el precio de los CEL bajaría. Con esto se desincentivaría la instalación de nuevas plantas de energías limpias, entre otras consecuencias que comprometerían la consecución de las metas climáticas de México.

La Ley General de Cambio Climático (LGCC) establece metas de generación de energía limpia y de reducción de gases de efecto invernadero para cumplir con la Contribución Nacionalmente Determinada (CND). La CND es un compromiso internacional de México para reducir el 22 por ciento de gases de efecto invernadero para 2030 respecto a la línea base.

De acuerdo con un estudio realizado por WRI, Eligiendo el camino correcto, el sector eléctrico contribuye con un 30 por ciento de la mitigación para 2030 de una forma costo-efectiva. Según la Sexta Comunicación Nacional sobre el Cambio Climático, de 2013 a 2017 el sector eléctrico fue responsable por el 48 por ciento de la mitigación total de GEI, debido a la utilización de tecnologías de generación limpias y la sustitución de combustibles intensivos en carbono. La medida propuesta por la SENER sugiere que a México se le dificulta cumplir con sus compromisos internacionales en materia climática, de modo que parecería que se pretende hacerlo sin sumar nueva generación de energía limpia.

El proyecto de Acuerdo que la Sener ingresó a la Conamer, aunado a la cancelación de las subastas eléctricas de largo plazo, podría llevar a que México no logre cumplir con sus compromisos asumidos en el Acuerdo de París ya que, como se ha señalado recientemente en varios medios, por un lado mata la certeza jurídica con cambios de este tipo y debilita el atractivo de México para proyectos de energías renovables y, por otro lado, envía una mala señal al buscar cambiar la matriz energética, nuevamente utilizando carbón o simulando más Certificados de Energías Limpias mediante la estrategia propuesta.

Resulta atinado retomar lo que señala con cada vez más claridad y contundencia la opinión pública nacional e internacional: el mundo está cambiando, y la presión para dejar los combustibles fósiles y apostar por las energías también; la presión se hará cada vez más tangible y las opciones que está explorando México en esta materia parecen ir en sentido contrario a las conclusiones globales, lo que implicaría costos de oportunidad significativos.