De acuerdo con el Global Forest Review 2022 de Global Forest Watch (GFW), durante 2021, los trópicos perdieron 11.1 millones de hectáreas de bosques. Tan sólo el ritmo de pérdida de bosques primarios alcanzó los 10 campos de futbol por minuto, lo cual liberó el dióxido de carbono equivalente a las emisiones generadas anualmente en India. Este mismo análisis reveló que, ese año, el mundo perdió 25.3 millones de hectáreas (ha) de áreas boscosas, equivalentes a la superficie de Ecuador.

Los bosques son una pieza estratégica para enfrentar el cambio climático. Cada año, estos ecosistemas absorben un tercio del CO2 liberado por la quema de combustibles fósiles; además, albergan el 80% de la biodiversidad terrestre del mundo, favorecen la formación del suelo y la recarga de acuíferos y evitan la desertificación. Debido a su importancia económica, social y ambiental, y a su pérdida constante a nivel global, existen instrumentos voluntarios, públicos y privados que buscan proteger la integridad de estos ecosistemas y la biodiversidad que albergan a través de diferentes mecanismos e incentivos, tanto legales como económicos. Uno de estos son las Áreas Naturales Protegidas (ANP).

Aproximadamente el 17% de la superficie de México está cubierta de bosques, sin embargo, el monitoreo de GFW revela que estos ecosistemas continúan experimentando importantes pérdidas, y el 2021 no fue la excepción. El siguiente texto aborda el papel crucial que juegan las ANP ante los procesos de pérdida de cobertura arbórea a nivel nacional y el cumplimiento de los compromisos climáticos y de conservación de la biodiversidad adquiridos por México. Así mismo, se presentan los resultados de un ejercicio de comparación de pérdida de cobertura arbórea entre tres áreas con diferentes categorías de protección en el estado de Campeche con el fin de visualizar el papel de las ANP en el amortiguamiento de este fenómeno.

Pérdida de cobertura arbórea en México

De acuerdo con datos de GFW, México fue el vigesimosexto país con mayor disminución de bosques, al alcanzar las 189 mil 80 ha de pérdida de cobertura arbórea. Así, durante el 2021, desapareció una extensión de bosque igual a 1.25 veces la superficie de la Ciudad de México, lo que resultó en la liberación de 85 megatoneladas de CO2 equivalente a la atmósfera. Esta pérdida es importante, puesto que la economía mexicana, particularmente la rural, es altamente dependiente de sus bosques y selvas, ya sea en relación con el empleo, la comercialización de productos maderables y no maderables, o con el ecoturismo y otros servicios ambientales con relevancia económica.

Fuente: Global Forest Watch

El 59% de la pérdida de cobertura arbórea nacional se concentró en cinco estados: Campeche, Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Quintana Roo, los cuales encabezan las listas de deforestación en las últimas décadas, y la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) ha identificado varios puntos clave de deforestación dentro de sus territorios.

Durante el 2021, la tasa de pérdida de cobertura arbórea disminuyó un 31%, comparado con el promedio de los cinco años anteriores. A pesar del descenso, el último lustro registró cuatro de los cinco años con mayor pérdida de cobertura arbórea. Así, la superficie arbórea que desapareció durante el 2021 es equiparable a las cifras que se habían mantenido hasta el 2015. Si bien esta reducción representa un respiro para el ritmo de pérdidas previo, está lejos de ser una tendencia. Para ello, será necesario asegurar que las pérdidas se mantengan a la baja en los próximos años.

La pérdida de cobertura forestal es resultado de una serie de condiciones sociales, ambientales, económicas y de gobernanza. De manera general, el costo de oportunidad de la conservación de los bosques difícilmente compite con otros usos de suelo, como el agrícola, inmobiliario o desarrollo turístico. Sin embargo, determinar las causas de la disminución en la tasa de pérdidas del 2021 requiere un análisis que evalúe la situación en cada región. Una primera aproximación es que, tras años de altas tasas de pérdida de cobertura arbórea, hay una ausencia de áreas susceptibles para aprovechamiento, o bien, las áreas restantes se localizan en sitios que no son económicamente viables para su explotación. Otras posibilidades incluyen que los apoyos e incentivos gubernamentales dados en 2019 y 2020 hayan reducido la necesidad de realizar un cambio de uso de suelo en el año subsecuente.

La importancia de las Áreas Naturales Protegidas frente a la pérdida de cobertura arbórea

Crédito de foto: René Ibarra

La pérdida de cobertura forestal consiste en la eliminación permanente o temporal de la cubierta arbórea por cualquier motivo, incluyendo causas humanas y eventos naturales, como incendios. Es un fenómeno que puede derivar en deforestación, entendida como la eliminación permanente de la cubierta forestal, e induce modificaciones que afectan negativamente la estructura y funcionamiento de los ecosistemas. En México, la pérdida de cobertura forestal es la principal causa directa de la degradación de los ecosistemas terrestres y la pérdida de biodiversidad.

La degradación de los bosques afecta la calidad de los servicios ecosistémicos que proporcionan, destacando su importancia en el ciclo del agua, la regulación del clima y el almacenamiento de carbono. Para maximizar los beneficios de los bosques, es necesario mantener los paisajes forestales intactos y asegurar su gestión sostenible. Por ello, prevenir la deforestación es tan importante como proteger la integridad de las áreas forestales existentes.

Además de ser una parte clave de la solución al cambio climático, la conservación de los bosques crea sinergias para atender otras crisis globales, como la pérdida de la biodiversidad, la desertificación y las sequías. De igual forma, los bosques contribuyen a los medios de vida locales y a la economía nacional.

La normatividad ambiental y otros instrumentos políticos influyen directa e indirectamente en las tasas de deforestación del mundo. Las ANP se han identificado como herramientas útiles para amortiguar la pérdida de cobertura arbórea y deforestación. Para el caso de México, donde aproximadamente el 11% de la superficie terrestre se encuentra protegida a través de alguna categoría de ANP federal, varios estudios han calculado la efectividad de las ANP a partir de su capacidad para detener el crecimiento de las superficies transformadas y evitar procesos de cambio de uso de suelo, demostrando que, en la mayoría de las ANP analizadas, las tasas de cambio son menores que sus áreas circundantes y las ecorregiones en las que se ubican.

Evidencia de las áreas protegidas en Campeche

Para visualizar el papel de las ANP en la amortiguación de la pérdida de cobertura arbórea, se realizó una comparación entre tres áreas con diferentes categorías de protección en el estado de Campeche. Se seleccionaron polígonos correspondientes a la ANP federal Calakmul, así como un Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (ADVC) ubicada a los alrededores de Calakmul, y un polígono sin ninguna categoría de protección con el mismo tipo de ecosistemas que las dos áreas anteriores. A partir de la herramienta cargar una forma del Mapa GFW se obtuvieron las hectáreas de cobertura arbórea perdidas entre 2015 y 2021 para las zonas seleccionadas, así como para la totalidad del estado.

Debido a que las áreas seleccionadas tenían dimensiones muy diferentes, para hacer comparables las pérdidas, se normalizaron las ha de cobertura arbórea perdida por año con respecto a la superficie de cada zona. Las cifras reportadas en la gráfica representan el porcentaje de cada polígono que experimentó pérdida de cobertura arbórea durante los años seleccionados.

Fuente: Global Forest Watch

Los resultados muestran que, para todos los años, las áreas con alguna categoría de protección (Calakmul y ADVC) experimentaron un porcentaje de pérdida de cobertura arbórea menor que el promedio del estado. Al comparar las áreas protegidas con respecto al área no protegida, se puede observar que, para cinco de los siete años estudiados, los porcentajes de pérdida fueron menores en las zonas con protección. Este ejercicio es una primera aproximación para visualizar la importancia de las zonas protegidas en uno de los estados con mayor pérdida de cobertura arbórea del país.

La conservación de los bosques frente a la agenda ambiental nacional y global

El valor de las ANP y otras herramientas para la conservación de los paisajes forestales cobra mayor relevancia al considerar que varios compromisos climáticos globales adquiridos por México incluyen detener la deforestación y la pérdida de cobertura.

El componente de mitigación de la Contribución Nacionalmente Determinada (NDC, por sus siglas en inglés) mexicana establece que, para 2030, se alcanzará una tasa de cero deforestación neta. Este acuerdo fue reiterado durante la COP26, donde México formó parte de la Declaración de Líderes, en la que se comprometió a detener y retroceder la pérdida de bosques y la degradación del suelo para 2030.

De igual forma, atender la pérdida de cobertura es un eje de varias iniciativas regionales y de carácter voluntario a las que México se ha sumado. Por ejemplo, en el marco de la iniciativa 20x20, México se comprometió a restaurar un millón de hectáreas de cobertura forestal para el 2020. La iniciativa fue actualizada para 2030, y tiene como objetivo proteger y restaurar por lo menos 50 millones de has para dicho año. Asimismo, el Desafío de Bonn y la Declaración de Nueva York sobre los Bosques buscan restaurar otros 350 millones de hectáreas a nivel global para 2030.

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha concluido que reducir el ritmo de deforestación y degradación forestal es uno de los mecanismos más robustos para mitigar el cambio climático. Se estima que el sector forestal mexicano puede contribuir a alcanzar el 22% de la meta nacional de reducción de Gases de Efecto Invernadero (GEI) establecida en el Acuerdo de París, con lo que contribuiría en la mitigación de 46 millones de toneladas de CO2 equivalente para el año 2030.

Además de ser una estrategia efectiva para la mitigación, la protección de bosques crea sinergias para la adaptación al cambio climático, pues los servicios ecosistémicos de los bosques contribuyen a aumentar la resiliencia de las comunidades forestales y reducir su vulnerabilidad ante los impactos del cambio climático, como lluvias intensas. Varios medios han reportado casos exitosos en donde la recuperación de zonas boscosas en cuencas altas favorece la recarga de acuíferos, disminuye los deslaves y aumenta la disponibilidad de agua en las comunidades forestales.

Crédito de foto: René Ibarra

Así mismo, la conservación de los bosques favorece el cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sustentable y otros compromisos para la conservación de la biodiversidad. México es reconocido como uno de los diecisiete países megadiversos del mundo y, desde 1992, forma parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica, en el que acordó acordado proteger la biodiversidad nacional por medio de varias metas, entre las que se incluye reducir el ritmo de pérdida y degradación de los hábitats naturales protegidos hasta un valor cercano a cero para el 2030.

Por último, conservar los ecosistemas forestales y la biodiversidad que albergan es una forma de procurar el bienestar de las comunidades rurales, puesto que las áreas forestales cubren cerca del 70% del territorio nacional y son el hogar de 10.9 millones de personas, muchas de las cuales enfrentan condiciones de pobreza y marginación. Ante esta vulnerabilidad, los recursos maderables y no maderables que proporcionan los bosques son clave para el mantenimiento de sus medios de vida. Por ejemplo, la herbolaria representa el primer acceso a la salud en las comunidades rurales y es una forma común de atender enfermedades y padecimientos.

La pérdida de cobertura arbórea es un problema global que pone en peligro la integridad de las áreas forestales, las cuales, además de brindar servicios ambientales que sustentan el bienestar de las comunidades, son sitios clave para conservar la biodiversidad y representan un frente estratégico para la mitigación y adaptación al cambio climático. Por ello, perder los bosques del mundo significa atentar contra nuestra capacidad de enfrentar crisis globales, como la crisis climática.

Las ANP son uno de los mecanismos más populares para la protección de los ecosistemas y se han identificado como herramientas efectivas para amortiguar la pérdida de cobertura. Sin embargo, el presupuesto destinado a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) ha sufrido reducciones significativas en los últimos años, lo cual limita su capacidad de proteger las zonas con alto valor ecológico del país. Ante esto, es necesario impulsar iniciativas que busquen la protección de las áreas forestales del país.

Nuestro trabajo

WRI México realiza múltiples esfuerzos para conservar los bosques nacionales. A través de GFW, se impulsa el monitoreo de las áreas forestales y se crean capacidades para divulgar el uso de esta plataforma entre diferentes actores, como periodistas, miembros de instituciones académicas o gobiernos estatales. De igual forma, la coalición Cities4Forests fomenta la conservación de bosques urbanos y periféricos en varias ciudades mexicanas, al crear un vínculo entre los servicios ecosistémicos de estas áreas y los habitantes de las ciudades. Por último, la iniciativa RE3CO desarrolla proyectos de restauración y conservación de manglares, y fomenta la valoración de los bosques mexicanos mientras fortalece los medios de vida de las comunidades costeras.