El reporte más reciente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) pinta un panorama preocupante: el cambio climático ya afecta a todos los rincones del mundo, y se avecinan impactos mucho más severos si no logramos reducir a la mitad las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en esta década y escalar los esfuerzos de adaptación de inmediato.

Publicado tras la primera entrega del Sexto Informe de Evaluación del IPCC, la contribución del Grupo de Trabajo II, publicada el 28 de febrero de 2022, el reporte nuevo se basa en 34 mil estudios e involucró a 270 autores de 67 países. Proporciona uno de los análisis más completos de los impactos cada vez más intensos del cambio climático y los riesgos futuros, en particular para los países de escasos recursos y las comunidades marginadas. El reporte del IPCC de 2022 también detalla qué enfoques de adaptación climática son más efectivos y factibles, así como qué grupos de personas y ecosistemas son los más vulnerables.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, calificó el informe como "un atlas del sufrimiento humano y una acusación al liderazgo climático fallido".

Extraemos seis conclusiones del informe:

1. Los impactos climáticos ya son más generalizados y severos de lo esperado

El cambio climático ya ocasiona afectaciones generalizados en todas las regiones del mundo con solo 1.1°C de calentamiento.

Las sequías devastadoras, el calor extremo y las inundaciones récord ya amenazan la seguridad alimentaria y los medios de vida de millones de personas. Desde 2008, inundaciones y tormentas devastadoras han obligado a más de 20 millones de personas a abandonar sus hogares cada año. Desde 1961, el crecimiento de la productividad agrícola en África se redujo en un tercio debido al cambio climático.

Hoy, la mitad de la población mundial se enfrenta a problemas de abasto de agua al menos un mes al año. Los incendios forestales queman áreas más grandes que nunca en muchas regiones, lo que provoca cambios irreversibles en el paisaje. Las temperaturas más altas también permiten la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como el virus del Nilo Occidental, la enfermedad de Lyme y la malaria, así como enfermedades transmitidas por el agua como el cólera.

El cambio climático también afecta a especies y ecosistemas completos. Animales como el sapo dorado y Melomys rubicola (un pequeño roedor) ahora están extintos debido al calentamiento global. Otros animales, como el zorro volador, las aves marinas y los corales, sufren muertes masivas, mientras que miles más se han trasladado a latitudes y elevaciones más altas.

Incendio forestal en Lowell, Oregón. Incluso con sólo 1.1°C de calentamiento, el mundo ya está padece sequías devastadoras, olas de calor extremas e inundaciones severas. Foto de Marcus Kauffman/Unsplash

2. Estamos condenados a impactos aún peores del cambio climático en el corto plazo

Incluso si el mundo se descarboniza rápidamente, los gases de efecto invernadero que ya están en la atmósfera y las tendencias actuales de las emisiones harán que algunos impactos climáticos muy significativos a 2040 sean inevitables. El IPCC estima que, sólo en la próxima década, el cambio climático llevará a entre 32 millones y 132 millones de personas más a la pobreza extrema. El calentamiento global pondrá en peligro la seguridad alimentaria, y también aumentará la incidencia de la mortalidad relacionada con el calor, las enfermedades cardíacas y los problemas de salud mental.

Por ejemplo, en un escenario de altas emisiones, el aumento del riesgo de inundaciones podría provocar 48 mil muertes adicionales en niños menores de 15 años en 2030 debido a la diarrea. Las especies y los ecosistemas también enfrentarán cambios dramáticos, como que los manglares no puedan contrarrestar el aumento del nivel del mar, la disminución de las especies marinas dependientes del hielo y la muerte de árboles a gran escala.

3. Los riesgos aumentarán rápidamente con temperaturas más altas, provocando a menudo impactos irreversibles

El reporte señala que cada décima de grado de calentamiento adicional aumentará las amenazas para las personas, las especies y los ecosistemas. Incluso limitar el calentamiento global a 1.5°C, un objetivo global en el Acuerdo Climático de París, no es un escenario seguro para todos.

Por ejemplo, con sólo 1.5°C de calentamiento global, muchos glaciares en todo el mundo desaparecerán por completo o perderán la mayor parte de su masa; 350 millones de personas adicionales experimentarán escasez de agua para 2030, y hasta el 14% de las especies terrestres se enfrentarán a un alto riesgo de extinción.

Del mismo modo, si el calentamiento supera los 1.5°C, aunque sea temporalmente, se producirán efectos del cambio climático mucho más graves, a menudo irreversibles, como tormentas y olas de calor más fuertes, sequías más prolongadas, precipitaciones más extremas, un aumento rápido del nivel del mar, pérdida del hielo marino del Ártico y de capas de hielo, descongelación de permafrost y más. Superar los 1.5°C también aumenta la probabilidad de eventos de alto impacto, como la muerte regresiva masiva de los bosques, que convertiría los sumideros de carbono críticos en fuentes de carbono.

El IPCC proyecta que estos riesgos se agravarán entre sí a medida que ocurran múltiples peligros al mismo tiempo y en las mismas regiones. Por ejemplo, en las regiones tropicales, los efectos combinados del calor y la sequía pueden provocar pérdidas repentinas y significativas en los rendimientos agrícolas. Al mismo tiempo, la mortalidad relacionada con el calor aumentará mientras que la productividad laboral disminuirá, por lo que la gente no podrá trabajar más duro para superar las pérdidas relacionadas con la sequía. Juntos, estos impactos reducirán los ingresos de las familias y aumentarán los precios de los alimentos, una combinación devastadora que pone en peligro la seguridad alimentaria y exacerba los riesgos para la salud como la desnutrición.

4. La inequidad, los conflictos y los desafíos del desarrollo aumentan la vulnerabilidad a los riesgos climáticos

En este momento, entre 3 mil 300 millones y 3 mil 600 millones de personas viven en países altamente vulnerables a los impactos climáticos, con puntos críticos globales concentrados en los pequeños estados insulares en desarrollo, el Ártico, el sur de Asia, América Central y del Sur y gran parte del África subsahariana.

La inequidad, los conflictos y los desafíos al desarrollo, como la pobreza, la gobernanza débil y el acceso limitado a servicios básicos como la atención médica, no sólo aumentan la vulnerabilidad a las amenazas, sino que también limitan la capacidad de las comunidades para adaptarse a los cambios climáticos. En países altamente vulnerables, por ejemplo, la mortalidad por sequías, tormentas e inundaciones en 2010-2020 fue 15 veces mayor que en países con vulnerabilidad muy baja.

La exposición a los impactos climáticos aumentó drásticamente en las ciudades desde la publicación del Quinto Informe de Evaluación del IPCC en 2014. Los aumentos más rápidos en la vulnerabilidad urbana ocurrieron en los asentamientos informales, donde las viviendas precarias, el acceso inadecuado a los servicios básicos y los recursos limitados impiden los esfuerzos de resiliencia. Este desafío es especialmente agudo en África subsahariana, donde el 60 % de la población urbana vive en asentamientos informales, y en Asia, donde 529 millones de personas residen en estas áreas vulnerables.

Muchas comunidades rurales también se enfrentan a riesgos climáticos cada vez mayores, en particular los pueblos indígenas y aquellos cuyos medios de vida dependen de sectores directamente expuestos a los riesgos climáticos, como la agricultura, la pesca y el turismo. A medida que se intensifican los impactos climáticos, algunas personas no tendrán mucha más opción que mudarse a los centros urbanos. El IPCC proyecta que, para 2030, las sequías extremas en la Amazonía estimularán la migración rural a las ciudades, donde los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales probablemente se verán obligados a vivir en los márgenes.

Estos patrones de desarrollo urbano y rural no sólo dan forma a experiencias tan desiguales de los peligros climáticos, sino que también hacen que los ecosistemas sean más vulnerables al cambio climático. El cambio de uso de la tierra, la fragmentación del hábitat, la contaminación y la explotación de especies debilitan la resiliencia ecológica. Y la pérdida de ecosistemas, a su vez, amplifica la vulnerabilidad de las personas.

Las ciudades que se extienden a través de los humedales costeros, por ejemplo, degradan los ecosistemas que de otro modo habrían ayudado a proteger los vecindarios costeros del aumento del nivel del mar, las marejadas ciclónicas y las inundaciones costeras. Estos peligros climáticos pueden tener efectos en cascada y combinados en la salud, la seguridad alimentaria, el acceso a agua limpia y los medios de subsistencia de los residentes, lo que los hace aún más vulnerables a riesgos futuros.

Restauración de manglares en Phuket, Tailandia. La restauración de manglares es una forma de adaptación basada en ecosistemas que puede reducir los riesgos climáticos al tiempo que brinda beneficios colaterales para los medios de vida, los ecosistemas, la salud humana y más. Foto de normalfx/iStock

5. La adaptación es crucial. Ya existen soluciones factibles, pero se debe brindar más apoyo a las comunidades vulnerables

Las políticas climáticas de al menos 170 países incluyen actualmente a la adaptación, pero muchos aún tienen que pasar de la planificación a la implementación. El IPCC indica que los esfuerzos en la actualidad siguen siendo en gran medida incrementales, reactivos y de pequeña escala, y la mayoría se enfoca sólo en los impactos actuales o los riesgos a corto plazo. Persiste una brecha entre los niveles de adaptación actuales y los necesarios, impulsada en gran parte por el apoyo financiero limitado. El IPCC estima que, para 2030 y 2050, las necesidades de adaptación alcanzarán entre 127 mil millones y 295 mil millones de dólares por año, respectivamente, sólo para los países en desarrollo. Por el momento, la adaptación representa sólo entre el 4% y el 8% del financiamiento climático rastreado, que totalizó 579 mil millones de dólares en 2017-2018.

La buena noticia es que las opciones de adaptación existentes pueden reducir los riesgos climáticos si se financian lo suficiente y se implementan con mayor rapidez. El informe del IPCC de 2022 abre nuevos caminos al analizar la viabilidad, la eficacia y el potencial de varias medidas de adaptación climática para generar beneficios colaterales, tales como mejores resultados de salud o reducción de la pobreza.

Tres enfoques de adaptación al cambio climático evaluados incluyen:

• Programas sociales que mejoran la equidad y la justicia: la reconfiguración de los programas de protección social (como transferencias de efectivo, programas de obras públicas y redes de seguridad social) para incluir la adaptación puede reducir la vulnerabilidad de las comunidades urbanas y rurales a una amplia gama de riesgos climáticos. Estas medidas son especialmente efectivas cuando se combinan con esfuerzos para mejorar el acceso a la infraestructura y los servicios básicos, como agua potable, saneamiento y atención médica. Las asociaciones entre los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado, así como los procesos de toma de decisiones inclusivos y dirigidos localmente, pueden ayudar a garantizar que la prestación de estos servicios mejore la resiliencia climática de las comunidades vulnerables.

• Adaptación basada en ecosistemas: este enfoque abarca una amplia gama de estrategias, desde la protección, restauración y gestión sostenible de los ecosistemas hasta prácticas agrícolas más sostenibles, como la integración de árboles en las granjas, el aumento de la diversidad de cultivos y la plantación de árboles en los pastos. La adaptación basada en ecosistemas puede reducir los riesgos climáticos que muchas personas ya enfrentan, incluidas sequías, calor extremo, inundaciones e incendios, al mismo tiempo que brinda beneficios colaterales para la biodiversidad, los medios de vida, la salud, la seguridad alimentaria y la captura de carbono. La colaboración significativa con los pueblos Indígenas y las comunidades locales es parte integral del éxito de estas medidas, al igual que garantizar que estén diseñadas para dar cuenta de cómo el futuro calentamiento global afectará a los ecosistemas.

• Nuevas tecnologías e infraestructura: la evidencia emergente sugiere que combinar soluciones basadas en la naturaleza con opciones de ingeniería, como canales de control de inundaciones, puede ayudar a reducir los riesgos costeros y relacionados con el agua, particularmente en las ciudades. El acceso a mejores tecnologías, como variedades de cultivos más resilientes, cría mejorada de ganado o energía solar y eólica, también puede ayudar a fortalecer la resiliencia. Algunas de estas respuestas de adaptación climática, sin embargo, pueden ser dañinas si están mal diseñadas o implementadas de manera inapropiada. La expansión de los sistemas de riego, por ejemplo, puede abordar los riesgos climáticos a corto plazo, pero también puede agotar las escasas reservas de agua subterránea.

6. Pero algunos impactos del cambio climático ya son demasiado severos para adaptarnos. El mundo necesita una acción urgente ahora para abordar las pérdidas y los daños

Con los 1.1°C de calentamiento global que el mundo ya experimenta, algunas personas y ecosistemas altamente vulnerables comienzan a alcanzar los límites a los que se pueden adaptar. En algunas regiones, estos límites son "blandos": existen medidas de adaptación efectivas, pero los desafíos políticos, económicos y sociales dificultan la implementación, como el acceso limitado a la financiación. Pero en otros, las personas y los ecosistemas ya enfrentan o se están acercando rápidamente a límites "duros" de adaptación, donde los impactos climáticos son tan severos que ninguna medida de adaptación existente puede prevenir pérdidas y daños de manera efectiva. Por ejemplo, algunas comunidades costeras en los trópicos han perdido ecosistemas completos de arrecifes de coral que alguna vez ayudaron a mantener su seguridad alimentaria y medios de vida. Otros han tenido que abandonar barrios bajos y sitios culturales a medida que aumenta el nivel del mar.

Ya sea que enfrenten límites blandos o duros de adaptación climática, el resultado para las comunidades es devastador y muchas veces irreversible. Estas pérdidas y daños sólo aumentarán a medida que aumenten las temperaturas globales. Por ejemplo, si el mundo se calienta más de 1.5°C, las comunidades que dependen del derretimiento de los glaciares y la nieve se enfrentarán a una escasez de agua a la que no podrán adaptarse. A 2°C, el riesgo de fallas simultáneas en la producción de maíz en regiones de cultivo clave aumentará significativamente y, por encima de los 3°C, partes del sur de Europa experimentarán un calor de verano peligrosamente alto.

Una ventana de oportunidad para la acción climática que se cierra rápidamente

La ciencia es inequívoca: el cambio climático pone en peligro el bienestar de las personas y del planeta. La acción tardía corre el riesgo de desencadenar impactos del cambio climático tan catastróficos que nuestro mundo se volverá irreconocible.

Los próximos años ofrecen una ventana de oportunidad estrecha para lograr un futuro sostenible y habitable para todos. Cambiar de rumbo requerirá esfuerzos inmediatos, ambiciosos y concertados para reducir las emisiones, generar resiliencia, conservar los ecosistemas y aumentar drásticamente la financiación para la adaptación y abordar las pérdidas y los daños.

La cumbre COP27, que se celebrará en Egipto en noviembre de 2022, es una oportunidad crucial para que los gobiernos avancen en todos estos frentes y para que los países desarrollados demuestren su solidaridad con las naciones vulnerables. Hacer frente a la crisis climática no será fácil. Los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado deben dar un paso al frente. Como deja claro el reporte del IPCC, no hay alternativa.