La tan esperada cumbre climática COP26 en Glasgow llegó a su fin, con avances importantes en varias áreas, pero no los suficientes. El mundo no está todavía en vías de hacer retroceder la crisis climática.

Conscientes de la urgencia del desafío, ministros de todo el mundo acordaron que, el próximo año, los países deberían regresar y presentar objetivos más sólidos de reducción de emisiones para 2030 con el objetivo de cerrar la brecha para limitar el calentamiento global a 1.5°C. Los ministros también acordaron que los países desarrollados deberían entregar urgentemente más recursos para ayudar a los países vulnerables al clima a adaptarse a las peligrosas y costosas consecuencias del cambio climático que ya experimentan, que van desde la disminución de los rendimientos de sus cultivos hasta tormentas devastadoras.

Más allá del Pacto Climático de Glasgow, en la COP26, los países también asumieron audaces compromisos colectivos para frenar las emisiones de metano, detener y revertir la pérdida de bosques, alinear el sector financiero con las metas de emisiones netas cero para 2050, deshacerse del motor de combustión interna, acelerar la eliminación del carbón, y poner fin al financiamiento internacional de combustibles fósiles, por nombrar sólo algunos. Glasgow fue una plataforma para el lanzamiento de asociaciones sectoriales innovadoras y nueva financiación para apoyarlas, con el objetivo de remodelar todos los sectores de la economía a la escala necesaria para ofrecer un futuro con emisiones netas cero.

A pesar de los importantes avances logrados en varios frentes, los compromisos climáticos nacionales y de financiación todavía están muy por debajo de lo que se necesita para afrontar el desafío climático.

A continuación, presentamos un resumen de lo acordado en la COP26:

¿Los países se comprometieron a reducir las emisiones en 2030 y acordaron un proceso que podría mantener vivo el objetivo de mantener el aumento de la temperatura en 1.5 grados C?

La respuesta a la primera pregunta es "no lo suficiente" y "sí" para la segunda.

Al final de la COP26, 151 países habían presentado nuevos planes climáticos (conocidos como Contribuciones Nacionalmente Determinadas o NDC, por sus siglas en inglés) para reducir sus emisiones para 2030. Para mantener el objetivo de limitar el aumento de temperatura a 1.5°C al alcance, debemos reducir emisiones a la mitad para fines de esta década. En contraste, Naciones Unidas calcula que estos planes, tal como están, encaminan al mundo hacia un calentamiento de 2.5°C para finales de siglo. Eso es mejor que la trayectoria de 4°C en la que se encontraba el mundo antes de que se alcanzara el Acuerdo de París, pero sigue siendo extremadamente peligroso.

Si se tienen en cuenta los compromisos de los países de alcanzar emisiones netas cero para mediados de siglo, el análisis muestra que el aumento de la temperatura podría mantenerse entre 1.8°C y 1.9°C con respecto a los niveles preindustriales. Sin embargo, los objetivos para 2030 de algunos de los principales emisores son muy débiles (en particular, los de Australia, China, Arabia Saudita, Brasil y Rusia), pues no ofrecen vías creíbles para lograr sus metas. Esto indica una importante "brecha de credibilidad" entre los objetivos de 2030 alineados a 2.5°C y los objetivos para alcanzar las emisiones netas cero de las naciones. Para solucionar este problema, estos países deben fortalecer sus objetivos para 2030 de reducción de emisiones para al menos alinearse con sus compromisos de emisiones netas cero.

Además, el pacto pide a las naciones que consideren acciones adicionales para frenar gases distintos del CO2, como el metano, y utiliza un lenguaje que enfatiza la necesidad de "eliminar gradualmente el carbón sin sistemas de captura de carbono" y "eliminar gradualmente los subsidios a los combustibles fósiles". Esta fue la primera vez que los negociadores hicieron referencia explícita a ambas cosas en el texto de decisión de la COP.

Y, por último, esta COP finalmente reconoció la importancia de la naturaleza tanto para reducir las emisiones como para generar resiliencia a los impactos del cambio climático, tanto en el texto formal como en una serie de iniciativas anunciadas al margen.

Con ello, los diplomáticos lograron mantener vivas las esperanzas de limitar el aumento de temperatura a 1.5°C, aunque apenas. Para finales de 2022, una vez que veamos los nuevos objetivos climáticos de los principales emisores, tendremos una idea mucho mejor de si seremos capaces de evitar superar ese umbral de temperatura y, si lo superamos, en qué medida.

¿Obtuvieron los países en desarrollo la financiación y el apoyo que necesitan?

En 2009, las naciones ricas se comprometieron a movilizar 100 mil millones de dólares al año para 2020 y hasta 2025 para apoyar los esfuerzos climáticos en los países en desarrollo. En el Pacto Climático de Glasgow, se señaló “con profundo pesar” que los países desarrollados no lograron alcanzar ese objetivo en 2020 (estimaciones recientes de la OCDE muestran que la financiación climática total alcanzó los 79 mil 600 millones de dólares en 2019). El resultado de la COP26 dejó en claro que estos países todavía están pendientes de cumplir con este objetivo lo antes posible, y estipula que esos países deben informar sobre su progreso.

Los países también acordaron un proceso sólido para desarrollar un nuevo objetivo de financiamiento climático más amplio que entrará en vigencia después de 2025. Identificaron una amplia gama de opciones para garantizar un proceso técnico inclusivo y sólido para desarrollar este nuevo objetivo, y establecieron un programa de trabajo ad hoc que reúne a técnicos y ministros para concretar los detalles. Se espera que el objetivo de financiamiento climático posterior a 2025 se establezca para 2024.

Los países desarrollados también acordaron por lo menos duplicar la financiación para la adaptación para 2025, con lo que ascendería a al menos 40 mil millones de dólares. Este es un hito importante para abordar el desequilibrio persistente entre el financiamiento para los esfuerzos de mitigación y adaptación; el financiamiento para la adaptación asciende actualmente a sólo una cuarta parte del financiamiento climático total, mientras que las necesidades de adaptación a los crecientes impactos de la crisis climática continúan aumentando.

El Fondo de Adaptación alcanzó niveles de contribuciones sin precedentes, con nuevas promesas de contribuciones por valor de 356 millones de dólares, que representan casi el triple de su objetivo de movilización para 2022. El Fondo para los países menos desarrollados, que apoya la adaptación al cambio climático en esos territorios, también recibió un récord de 413 millones de dólares en nuevas contribuciones. Si bien se necesita más dinero para ayudar a los países en desarrollo a aumentar su capacidad de resistencia a los efectos del cambio climático, este progreso fue bien recibido por los países en desarrollo en Glasgow.

Estos países también llegaron a Glasgow con la esperanza de crear un plan claro para desarrollar una guía sobre la evaluación colectiva del progreso hacia Meta Global para Adaptación (GGA, por sus siglas en inglés), un componente clave del Acuerdo de París que tiene como objetivo fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad a los impactos climáticos. La COP26 adoptó el programa de trabajo de Glasgow-Sharm el-Sheikh para la GGA. Esto se llevará a cabo entre 2022 y 2024, para ayudar a mejorar la evaluación del progreso hacia el objetivo de adaptación y permitir su implementación, a través de talleres regulares y trabajo en metodologías para evaluar el progreso.

La COP26 también tomó medidas para ayudar a los países en desarrollo a acceder a opciones financieras de buena calidad. Por ejemplo, alentar a las instituciones multilaterales a seguir considerando los vínculos entre las vulnerabilidades climáticas y la necesidad de recursos financieros en condiciones favorables para los países en desarrollo, como la obtención de donaciones en lugar de préstamos para evitar aumentar la carga de la deuda.

¿Qué sucedió en cuanto a "pérdidas y daños"?

La COP26 finalmente puso el tema crítico de las pérdidas y los daños en la mesa de discusión. El cambio climático ya está causando devastadoras pérdidas de vidas, tierras y medios de vida. Algunos daños son permanentes, desde comunidades que son arrasadas, islas que desaparecen bajo las olas y recursos hídricos que se están secando.

Varios países vulnerables al clima abogaron durante la COP26 por la creación de un nuevo instrumento de financiación dedicado a pérdidas y daños, pero se enfrentaron el rechazo de naciones desarrolladas como Estados Unidos. Finalmente, los países acordaron la creación de un nuevo diálogo dedicado a discutir posibles arreglos para la financiación de pérdidas y daños. Si bien esto es insuficiente, crea un espacio para desarrollar soluciones concretas que puedan conducir a un mayor progreso en el financiamiento en los próximos años, lo cual es una novedad en las discusiones de la COP.

Las promesas financieras de Escocia y Valonia (Bélgica) – de 2.6 millones de dólares) y de 1.1 millones de dólares, respectivamente - para abordar las pérdidas y los daños fueron las primeras de su tipo y muy bien recibidas, al igual que un compromiso similar de varios filántropos. Estos ayudaron a superar debate político y colocaron firmemente sobre la mesa la responsabilidad de las finanzas por pérdidas y daños.

Los países también acordaron poner en funcionamiento y financiar la Red de Santiago sobre Pérdidas y Daños, establecida en la COP25 en Madrid, y catalizar la asistencia técnica que los países en desarrollo necesitan para abordar las pérdidas y daños de una manera sólida y eficaz.

Es probable que las pérdidas y los daños sean uno de los mayores problemas previos a la cumbre COP27 en Egipto el próximo año.

¿Los negociadores acordaron reglas que mantienen la integridad y ambición del Acuerdo de París?

Muchas de las reglas que sustentan cómo se implementará el Acuerdo de París se adoptaron en 2018. Sin embargo, las decisiones sobre algunas cuestiones pendientes han permanecido sobre la mesa desde entonces, con importantes implicaciones para la consecución de la ambición climática. Estos últimos problemas se resolvieron en la COP26, en su mayoría para bien.

Esto es lo que decidieron los negociadores sobre tres temas importantes:

Mercados internacionales de carbono. Después de cinco años de negociaciones, los gobiernos del mundo establecieron las reglas para el mercado global de carbono bajo el Artículo 6 del Acuerdo de París. Siendo uno de los temas más polémicos en los últimos años, las negociaciones trataron de encontrar un balance entre finalmente llegar a un acuerdo sobre las reglas y asegurarse de que éstas no socavaran la ambición climática, y que por el contrario mantuvieran la integridad ambiental y social. En última instancia, los negociadores acordaron evitar la doble contabilización, que sucede cuando más de un país reclama las mismas reducciones de emisiones para sus compromisos climáticos. Esto es fundamental para lograr un progreso real en la reducción de emisiones. Los países también decidieron que el 5% de los ingresos deben destinarse a financiar la adaptación en el marco de los mecanismos tradicionales del mercado (artículo 6.4), aunque en el marco del comercio bilateral de créditos entre países (artículo 6.2), la contribución de fondos para la adaptación sólo fue "fuertemente alentada", lo que puede potencialmente reducir esta fuente segura de financiación para la adaptación.

Desafortunadamente, los países decidieron que permitirían el traspaso de viejos créditos de carbono generados desde 2013 bajo el mecanismo de desarrollo limpio del Protocolo de Kioto para ayudar a cumplir con los compromisos climáticos del Acuerdo de París. En la COP27, es fundamental que los negociadores establezcan directrices estrictas para garantizar que cualquiera de estos créditos antiguos que pueden utilizarse represente reducciones reales de emisiones, no sólo palabras vacías.

Cronogramas comunes. En Glasgow, se alentó a los países a utilizar plazos de tiempo comunes para sus compromisos climáticos nacionales. Esto significa que las nuevas NDC que los países presenten en 2025 deberían tener una fecha de finalización de 2035; que en 2030 presentarían compromisos con una fecha de finalización de 2040, y así sucesivamente. Es de esperarse que la alineación de las fechas de los objetivos de NDC en ciclos de cinco años ayude a estimular la ambición y la acción a corto plazo, que facilite una mejor comprensión del progreso global, que garantice que los países tomen medidas durante el mismo período y se mantengan al día con el ciclo de cinco años del Acuerdo de París para fortalecer sus planes. Sin embargo, el uso del término "alentado", en lugar de un lenguaje más fuerte, puede debilitar el impacto de esta decisión.

Transparencia. En Glasgow, todos los países acordaron enviar información sobre sus emisiones y apoyo financiero, tecnológico y de desarrollo de capacidades utilizando un conjunto común y estandarizado de formatos y tablas. Esto hará que los informes sean más transparentes, coherentes y comparables. Esto es una gran ayuda para la comunidad global para hacer que los países rindan más cuentas de lo que dicen que harán.

¿Qué acontecimientos fuera de las negociaciones fueron los más significativos?

Se hicieron muchos anuncios importantes fuera de las negociaciones que se produjeron dentro de la cumbre en sus dos semanas de duración. Los primeros dos días incluyeron más de 100 anuncios de alto nivel durante la "Cumbre de Líderes Mundiales", incluido un compromiso audaz de la India para alcanzar emisiones netas cero para 2070 que está respaldado con objetivos a corto plazo (incluidos los ambiciosos objetivos de energía renovable para 2030); 109 países suscribieron el Compromiso Global sobre el Metano para reducir las emisiones en un 30% para 2030, y un compromiso de 141 países (al 10 de noviembre) para detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra para 2030 (respaldado por 18 mil millones de dólares en fondos, incluyendo 1.7 mil millones de dólares dedicados a apoyar a los pueblos indígenas).

Además, el Reino Unido anunció los Glasgow Breakthroughs, un conjunto de objetivos globales destinados a acelerar drásticamente la innovación y el uso de tecnologías limpias en cinco sectores de alto nivel de emisiones: energía, transporte por carretera, acero, hidrógeno y agricultura. Lee aquí nuestra descripción general de la Cumbre Mundial de Líderes para obtener un resumen más completo.

Un grupo de 46 países, incluidos el Reino Unido, Canadá, Polonia y Vietnam se comprometieron a eliminar gradualmente el carbón de manera interna, mientras que otros 29 países, incluidos el Reino Unido, Canadá, Alemania e Italia, se comprometieron a poner fin a nuevo apoyo público internacional directo al carbón sin sistemas de captura de carbono para finales de 2022 y reorientar esta inversión hacia energías limpias. La Alianza Beyond Oil and Gas, liderada por Costa Rica y Dinamarca, que tiene entre sus miembros principales a países como Francia, Groenlandia, Irlanda, Quebec, Suecia y Gales, se comprometió a poner fin a las nuevas rondas de licencias para la exploración y producción de petróleo y gas y establecer una fecha de finalización alineada con los objetivos del Acuerdo de París.

También se realizaron esfuerzos para aumentar la inversión solar con el lanzamiento de una nueva Agenda de Acción de Inversión Solar por parte de WRI, International Solar Alliance (ISA) y Bloomberg Philanthropies que identifica oportunidades de alto impacto para acelerar la inversión y alcanzar el objetivo de ISA de movilizar 1 billón de dólares en inversiones solares para 2030. Además, Estados Unidos se convirtió en la decimoquinta nación en unirse al Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible, que compromete a sus miembros a gestionar de forma sostenible el 100% de las aguas nacionales de sus países.

Actores no estatales, incluidos inversores, empresas, ciudades y regiones subnacionales, también se unieron a las iniciativas de acción colectiva destinadas a impulsar la transformación económica. Más de 2 mil empresas se han comprometido a desarrollar objetivos basados en la ciencia para reducir sus emisiones, y justo antes de la COP26 se publicó una nueva guía para que las empresas establezcan objetivos netos cero creíbles para las empresas. Aún se están desarrollando directrices para el establecimiento de objetivos sólidos para lograr las emisiones netas iguales a cero en el sector financiero.

Más de 400 firmas financieras que controlan más de 130 billones de dólares en activos se comprometieron a alinear sus carteras a los objetivos de emisiones netas cero para 2030. Esta nueva alianza deja en claro que los bancos, los administradores de activos y los propietarios de activos reconocen plenamente el sentido comercial de la acción climática y los importantes riesgos de invertir en la economía contaminante y con alto contenido de carbono del pasado. El desafío ahora es que estas instituciones amplíen la acción al ritmo y la escala necesarios de acuerdo con un camino basado en la ciencia, establezcan objetivos intermedios que se alineen con sus objetivos de emisiones netas cero e informen de manera transparente sobre su progreso.

Más de mil ciudades y gobiernos locales se unieron a la Cities Race to Zero para elevar la acción climática para limitar el aumento de la temperatura global a 1.5°C. Y alrededor de 41 ciudades, 34 países y 11 fabricantes importante de automóviles acordaron trabajar para vender sólo vehículos cero emisiones a nivel mundial para 2040 y a más tardar en 2035 en los principales mercados.

Para ayudar a que las empresas y otros sean responsables de lograr sus objetivos de emisiones netas cero, el Secretario General de la ONU, António Guterres, anunció que está creando un grupo de expertos de alto nivel que establecerá estándares claros para medir y evaluar estos compromisos.

¿De aquí, a dónde vamos?

En un momento marcado por la incertidumbre, la desconfianza y la escalada de los impactos climáticos, la COP26 ha confirmado cuán esencial es la acción global colectiva para abordar la crisis climática. Si bien aún no estamos en el camino correcto, el progreso logrado durante el último año y en la cumbre climática arrojó acuerdos destacados y una base sólida sobre la cual construir. Este progreso también demuestra que los mecanismos del Acuerdo de París para fortalecer la ambición y las finanzas están funcionando, aunque de manera imperfecta y aún no al ritmo que necesitamos.

En el próximo año, los principales emisores deben aumentar sus objetivos de reducción de emisiones para 2030 para alinearse con 1.5°C, se necesitan enfoques más sólidos para hacer que todos los actores rindan cuentas de los numerosos compromisos asumidos en Glasgow, y se necesita mucha más atención sobre cómo satisfacer las necesidades urgentes de los países vulnerables al clima para ayudarlos a hacer frente a los impactos climáticos y la transición a economías con emisiones netas cero. El Pacto Climático de Glasgow describe los pasos clave para hacerlo. Pero sólo una vez que se logre esto, realmente tendremos una oportunidad de alcanzar la meta de 1.5°C y construir un futuro más seguro y más justo para todos nosotros.