Piensa en los puestos de comida callejeros del sudeste asiático, en los artistas que alegran las calles de África, en los bicitaxis de Bangladesh; en las trabajadoras y trabajadores invisibles que maquilan prendas de vestir y zapatos en sus casas en India. ¿Qué tienen en común? Todas estas personas forman parte de la fuerza de trabajo informal en el mundo.

La mayoría de nosotros no tenemos una idea clara sobre la cantidad de gente que trabaja en la economía informal y cuánto contribuyen –en su conjunto– a la economía urbana y de sus países.

A nivel mundial, se estima que el empleo informal representa poco más del 60% del empleo total y casi el 44% a nivel urbano; además, en algunas ciudades del Sur Global, la economía informal emplea al 80% de la población trabajadora.

Pese a estos números, los gobiernos rara vez planifican o velan por las necesidades de los trabajadores informales. Economistas, planificadores urbanos y otros profesionales del desarrollo han asumido durante demasiado tiempo que, con el desarrollo, la economía informal desaparecerá. Sin embargo, esto no ha sucedido: la economía informal es grande, heterogénea y persistente.

En México, los trabajadores en la informalidad (conocidos popularmente como ambulantes) representan el 60% de la fuerza de trabajo y generan el 30% del Valor Añadido Bruto (VAB). En India, el 36% de los pequeños negocios son informales y funcionan desde los hogares. Sin tomar en cuenta la agricultura, se estima que los negocios informales generan entre el 25 y el 50 por ciento del VAB: África Occidental, 50%; India, 46%; Medio Oriente y Norte de África (MENA, por sus siglas en inglés), 29%; y América Latina, 25%.

Así, la economía informal constituye una parte integral del panorama económico de las ciudades y es hora de reconocerla y valorarla como tal. Si las urbes aspiran a incrementar su productividad económica, el camino a seguir es la inclusión de los trabajadores informales en procesos formales e instituciones de gobernanza, planificación y finanzas urbanas.

La economía informal: grande, persistente y heterogénea

En muchas ciudades del Sur Global, el crecimiento de la población está sobrepasando la oferta de empleos y se prevé que esta tendencia continúe, manteniendo el aumento de la economía informal. Si ésta crea más trabajos que la economía formal y contribuye, considerablemente, a la productividad económica, ¿no debería ser aprovechada por las ciudades?

Sin embargo, sucede lo contrario, los trabajadores con empleos informales usualmente son estigmatizados y penalizados por el simple hecho de intentar ganarse la vida. Incluso, todos dependemos de un modo u otro de la economía informal, directa o indirectamente a través de vínculos con la economía formal.

“El desafío más urgente para los trabajadores urbanos en empleo informal es que no están reconocidos como actores legítimos –afirmó Martha Chen, cofundadora de Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO)–. Los discursos imperantes dicen que (ellos) son ilegales, delincuentes, con baja productividad y un lastre para la economía; y estos discursos son reflejados en los planes y prácticas de las ciudades, provocando grandes dificultades para ganar un sustento de forma honesta en un entorno regulador muy hostil”.

Tres ciudades que han encontrado maneras creativas para incluir al trabajo informal

En el World Resources Institute hemos realizado un informe centrado en tres sectores del trabajo informal (trabajo en casa, venta ambulante y reciclaje) que representan una parte significativa de los trabajadores urbanos autoempleados que se ven directamente afectados por las políticas municipales. Este documento destaca varios ejemplos de políticas inclusivas que han surgido de la colaboración exitosa entre administraciones municipales y organizaciones de trabajadores informales.

Trabajado informal desde casa; Bangkok, Tailandia. La organización HomeNet Tailandia, que agremia a empleados informales que trabajan desde su hogar produciendo una gama de productos y servicios, convenció a los organismos gubernamentales para atender las necesidades de transporte de los trabajadores en la informalidad reubicados en la periferia de la ciudad. Como resultado, la Autoridad del Transporte Público de Bangkok (BMTA, por sus siglas en inglés), aprobó la puesta en marcha de dos autobuses adicionales desde la zona donde se encuentran reubicados hacia un importante mercado y ha prometido construir un puente peatonal sobre un peligroso cruce en la zona de reasentamiento. El continuo trabajo de incidencia también condujo a la creación de la Ley de Protección para los trabajadores en casa tercerizados y a la Regulación ministerial para las trabajadoras y trabajadores del hogar que otorga el derecho a un salario mínimo, protección de salud y seguridad laboral, entre otros derechos fundamentales.

Ambulantes en Bhubaneshwar, India. Las autoridades municipales trabajaron con los vendedores ambulantes organizados para desarrollar un modelo inclusivo con el que se dedicaron 54 zonas de venta y, aproximadamente, 2 mil 600 kioscos para los vendedores. Con este acuerdo, se permitió que los habitantes sigan beneficiándose de las actividades de los vendedores ambulantes al mismo tiempo que éstos pueden operar en zonas designadas sin riesgo de sufrir acoso o confiscación de mercancías. Bhubaneshwar se convirtió en una de las primeras ciudades en India que reconoció a los vendedores ambulantes como parte integral de la ciudad, designando espacios para ellos a través de un modelo complejo de asociación pública, privada y comunitaria.

Recicladores y recicladoras en Bogotá, Colombia. En 2014, un Decreto Nacional dictó que todas las ciudades de Colombia deberían implantar programas de gestión de residuos sólidos que reconocieran y pagaran a los recicladores por la recolección, transporte y clasificación de residuos reciclables. Este trabajo fue resultado de décadas de incidencia de los recicladores bogotanos, quienes lograron convencer al gobierno municipal de pagarles por sus servicios. Desde 2014, el trabajo conjunto de la Asociación de Recicladores de Bogotá y WIEGO, ha permeado en otras ocho ciudades colombianas, beneficiando a todos al mantener las calles limpias y evitando que los materiales reciclables acaben en rellenos sanitarios.

Soluciones benéficas para todos

Son varias las ciudades que han demostrado que, cuando se reconoce y protege a los trabajadores informales, todos salen ganando. Para lograrlo, se requiere de la colaboración entre gobiernos locales, organizaciones civiles, asociaciones de trabajadores y otros involucrados.

Las ciudades tienen que revisar sus políticas y prácticas para empoderar a los empleados en la informalidad. Esto significa que, de inicio, tienen que abandonar las prácticas que afectan al trabajo informal como el acoso, los desalojos y las reubicaciones. A través de un acercamiento más positivo, las ciudades tienen que apoyar activamente a este sector facilitando su acceso a bienes y espacios públicos, protección social y mejores servicios. Por último –y más importante–, se debe incluir a las organizaciones de trabajadores informales en la toma de decisiones; incluir su voz en los procesos formales de gobernanza urbana es la mejor forma de negociar políticas y planes que equilibren los intereses de todos los actores y promuevan la justicia social.

Para que las ciudades sean más equitativas y cumplan con sus compromisos globales sobre inclusión, justicia y sostenibilidad expresados en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11 y en la Nueva Agenda Urbana lanzada en Hábitat III de la ONU, es necesario que los trabajadores urbanos informales sean reconocidos, valorados y apoyados.