El manejo de los residuos plásticos y la transición a un modelo sostenible de producción y consumo es un reto que enfrentan sociedades y gobiernos de todo el mundo y que cobró una relevancia especial durante la pandemia

La pandemia de COVID-19 sacó a relucir nuevamente una dicotomía sobre el tema de plásticos. Por un lado, la necesidad de aislar, desinfectar, proteger y envolver objetos de consumo refrendó sus cualidades como material útil, versátil y asequible. Por otro lado, la crisis sanitaria también evidenció la magnitud de los residuos plásticos que se producen cotidianamente y las desigualdades subyacentes que condicionan su consumo, reúso y desecho.

Esta problemática no es nueva. Históricamente, la producción de este material emergió en el siglo XIX a partir de la experimentación con macromoléculas como resinas y fibras artificiales. Resultó exitoso y fue ampliamente utilizado a lo largo del siglo XX al ser un material multipropósito de bajo costo. Su ascenso se produjo de la mano con las lógicas masivas de consumo, al permitir el acceso a productos variados por parte de poblaciones vulnerables en condiciones de marginación, desigualdad de ingresos y exposición a emergencias climáticas y sociales.

No obstante, a pesar de sus grandes beneficios, los plásticos también ocasionaron un problema que pasó de ser silencioso a una realidad inminente. La creciente utilización de este material versátil derivó en una rebosante acumulación de residuos cuyos elevados tiempos de descomposición, sumados a la falta de sistemas de gestión, provoca que terminen como desechos en los suelos, ríos y océanos. De hecho, estudios concluyen que debería considerarse al plástico como parte de los procesos geológicos de la tierra.

Ante esta situación, resulta necesario actuar para mitigar los efectos de la acumulación de residuos plásticos y promover prácticas de reciclaje y reúso, de la mano del estudio contextualizado del fenómeno para generar políticas y programas que sean asertivos e incluyentes.

Con el objetivo de recopilar la información existente sobre el tema y hacer una radiografía del avance en la creación de leyes, políticas y programas relacionados en América Latina, WRI México publicó recientemente Mecanismos de política para disminuir los residuos plásticos de un solo uso: Revisión de las opciones disponibles y su aplicabilidad en México, una serie de cinco notas factuales que resumen los factores clave para el desarrollo de políticas sobre plásticos a nivel nacional. En ellas se incluye una recopilación y síntesis de la literatura existente, nutrida mediante talleres con actores clave y consultas a expertos, la cual describe el estado actual del conocimiento y la consideración de implementación de cuatro medidas de política que se han tomado en cuenta para hacer frente a la problemática de los residuos plásticos: prohibiciones, impuestos, sistemas de depósito-reembolso y la responsabilidad extendida del productor. Este documento también incluye una nota factual adicional que resume el marco teórico en torno al sistema de economía circular, en la cual se hace referencia a la importancia del análisis del ciclo de vida como base para la toma de decisiones en la materia.

Este último punto surge del cuestionamiento que se ha hecho al paradigma lineal de producción, consumo y desecho de los plásticos debido a su papel en la contaminación de océanos y degradación de especies de fauna y flora marina, y de la propuesta de adoptar en su lugar el sistema de economía circular. Como lo menciona Andrés Flores, director de Clima y Energía en WRI México, en un artículo sobre el tema, la economía circular busca minimizar el impacto ambiental mediante una perspectiva sistémica del ciclo de vida de los plásticos al introducir el reúso, reparación, renovación, remanufactura, reciclaje y recuperación de los materiales, y así paliar los efectos del presente modelo económico y social. En esta misma vía se encuentra el compromiso mundial para reducir los plásticos de un solo uso para 2030, en el marco de la IV Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Si bien las preocupaciones acerca de los daños ambientales y sociales que ocasionan los plásticos de un solo uso han impulsado un aumento repentino en leyes y políticas nacionales e internacionales diseñadas para controlar su producción y su uso, estas legislaciones no son exhaustivas y, en general, la producción y el consumo global de plásticos de un solo uso siguen siendo elevados. Así, se ha hecho visible la necesidad de información que permita una adecuada toma de decisiones, aunado a la socialización de las iniciativas, aciertos y desaciertos en diferentes realidades locales, en el marco de la creciente corriente global en proceso de especialización. Es por ello que WRI México desarrolló las notas factuales.

Las medidas existentes y analizadas en las notas factuales

Las bolsas de plástico son el objeto más común de las prohibiciones existentes a nivel nacional, las cuales generalmente se centran en bolsas de cierto grosor o contenido de material, considerando que se utilizan solo una vez o un número limitado de veces.

Además de las prohibiciones, se ha recurrido al cobro de impuestos sobre los plásticos de un solo uso y, hasta 2018, han estado presentes en 29 países del mundo (5 de éstos en América Latina y el Caribe), ya sea como un impuesto ambiental especial, tarifas o cargos por eliminación de desechos, o en forma de impuestos especiales más altos.

De manera similar, los mecanismos de depósito-reembolso combinan incentivos y desincentivos, e imponen una sanción económica inicial que es reembolsable a medida que ocurra algún comportamiento compensatorio. Se basan en relaciones uno a uno entre un consumidor y un vendedor.

Otra de las medidas existentes se enfoca en la responsabilidad extendida del productor (REP), aunque no existe un criterio único armonizado para la creación de este tipo de sistemas, ya que existen diferencias entre países, estados e inclusive ciudades. Las políticas de REP se han centrado principalmente en: (i) liberar a los municipios y a los contribuyentes de los costos de gestión de productos y empaques al final de su vida útil; (ii) reducir la cantidad de desechos destinados a la disposición final, y (iii) aumentar las tasas de reciclaje de productos y empaques designados. La implantación de soluciones para regular la producción y consumo de plásticos requiere de criterios comunes, voluntad política y corresponsabilidad para poder hacer frente a este fenómeno de manera integral, sistemática y asertiva.

Es necesario seguir desarrollando investigaciones y propuestas para el mejor dimensionamiento y comprensión de la magnitud de la problemática, incorporando también cuestiones sociales relacionadas con el manejo de los plásticos. Una de las preguntas a resolver es cómo las políticas de regulación de plásticos de un solo uso afectan de manera diferencial a las personas y grupos, con la finalidad de encontrar mecanismos para la sustitución del plástico como material accesible y asequible. Así mismo, los análisis deben incluir a las personas que se encargan del reciclaje y propender por la formalización de este empleo para lograr una transformación integral de las prácticas de consumo.