¿Te has preguntado por qué el 31 de diciembre nos prometemos iniciar el siguiente año con una rutina de ejercicio y dieta, sólo para postergarlo un año más? La razón es que nuestra manera de tomar decisiones y llevarlas a cabo es compleja y en ocasiones contraria a la lógica. Conscientemente sabemos que tenemos que hacer más ejercicio y comer menos grasa y azúcar. Pero, cuando estamos frente a un helado de chocolate, terminamos por ceder.

Las ciencias del comportamiento son un conjunto de disciplinas, incluidas la psicología y le economía, que, a través de la investigación conductual, analizan cómo y por qué el ser humano modifica sus actitudes y hábitos. Buscan entender cuáles son los sesgos, atajos y trucos que toma nuestra mente, además de los mecanismos para que hagamos lo que en verdad queremos hacer.

Lo anterior es relevante, dado que estos sesgos, atajos y trucos no sólo nos afectan como individuos, sino como comunidades y sociedades. Por ello, las ciencias del comportamiento buscan aprovechar los cambios en nuestro actuar para realizar transformaciones más amplias en la sociedad. Para lograr estos cambios, se identifican comportamientos perjudiciales denominados “comportamientos de puntos críticos", y se exploran maneras en las que se puedan modificar para obtener “comportamientos resilientes”, que lleven a las personas a tener una vida más saludable y sostenible.

Un ejemplo de esto es el etiquetado frontal. El gobierno, enfrentado a una alerta epidemiológica por obesidad y diabetes, entendió que debía cambiar el comportamiento de los mexicanos para evitar un problema grave de salud pública. De esta manera, decidió proveer información nutritiva en los sellos de los empaques para que el consumidor pudiera tomar una decisión informada a la hora de hacer compras y evitar consumir productos que, en exceso, son nocivos para la salud. Las etiquetas dan una información simple, clara y digerible: alto en calorías vs 50 g de azúcar, y son visibles en el momento mismo que el consumidor ve el producto. Las etiquetas funcionan como recordatorios de qué tan saludable o poco saludable es un producto.

Esta iniciativa replica un ejercicio realizado en Chile, donde el uso de etiquetas nutritivas permite mejoras en el consumo de alimentos. En ambos casos se toma un “comportamiento de puntos críticos” (el consumo de productos con un alto porcentaje de grasa, azúcar o sodio) y se transforman en “comportamientos resilientes” que puedan mejorar la salud del país.

Las ciencias del comportamiento, una ciencia con alcance multidisciplinar

Es importante reconocer que las ciencias multidisciplinarias, como en el caso de las ciencias del comportamiento, tienen la capacidad de influir en más ámbitos además de la salud. De acuerdo con el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), los cambios integrales de comportamiento pueden reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) entre un 40% y 70% para el año 2050. En particular, según WRI, la mayor reducción de los GEI se puede dar a través de modificaciones en “comportamientos de puntos críticos" concentrados en los sectores de energía, transporte y alimentación.

Esto quiere decir que los gobiernos y empresas deben acompañar sus esfuerzos desde el lado de la oferta para combatir la crisis climática, a través de medidas como el cambio de las flotas a vehículos eléctricos o la descarbonización del combustible usado para la aviación, y con soluciones del lado de la demanda para lograr un impacto colectivo a través de cambios en el comportamiento humano.

Es necesario pasar de la visión reducida de enfocarnos en los comportamientos individuales hacia una visión estratégica que busque generar cambios de comportamiento a nivel de sistema, incluyendo políticas y prácticas industriales y empresariales que puedan contribuir a la equidad y la justicia social. Muchos comportamientos individuales están determinados por decisiones políticas o industriales que definen las opciones que tienen los individuos. Al aplicar cambios de comportamiento tanto a nivel individual como sistémico podemos diseñar e implementar los cambios necesarios para conseguir un futuro saludable y sustentable.

El Laboratorio del comportamiento para la acción climática equitativa

La pandemia de COVID-19 ha demostrado que, si bien es difícil, es posible cambiar drásticamente el comportamiento humano a escala mundial. Las investigaciones en ciencias aplicadas del comportamiento permiten identificar mecanismos para cambiar comportamientos de manera colectiva y así llevar estilos de vida más sostenibles. Las personas en todo el mundo pueden vivir de una manera que reduzca las emisiones y aumente la equidad para que el futuro sea más sostenible y justo.

En asociación con la sociedad civil, la industria y los gobiernos, el Laboratorio del Comportamiento para la Acción Climática Equitativa (o el Living Lab) es un proyecto de WRI que traduce la investigación en acciones concretas que ayuden a promover cambios de comportamiento a nivel poblacional y de esta manera ayudar a combatir el cambio climático.

El Living Lab está anclado en:

  • Investigación del comportamiento para informar el diseño de políticas: en lugar de un enfoque limitado en los cambios de estilo de vida individuales, trabaja para diseñar reformas estructurales y políticas basadas en el comportamiento que impulsen el cambio de comportamiento a nivel de la población.
  • Equidad y justicia social: considera los impactos climáticos, así como los impactos sociales reflejados en la salud, los ingresos y la equidad.
  • Alianzas: para maximizar la probabilidad de éxito, se asocia con una amplia gama de grupos, incluidas instituciones académicas y de investigación locales e internacionales, agencias gubernamentales, grupos de la sociedad civil y la industria. Cada uno de estos grupos influye en los comportamientos, por lo tanto, todos deben trabajar juntos para permitir un cambio de comportamiento a gran escala.
  • Diseño participativo: practica la investigación participativa y el diseño conductual que centra y valora a las partes interesadas locales. Con estas partes interesadas, explora desafíos de comportamiento y soluciones en conjunto. Tener diversos socios locales asegura que se hagan las preguntas correctas y que las intervenciones conductuales se adapten correctamente a los distintos contextos.

Más información sobre The Living Lab: https://www.wri.org/initiatives/living-lab-equitable-climate-action