Cada año, a nivel mundial los gobiernos destinan 700 mil millones de dólares en subsidios agrícolas. Aunque bien intencionados, estos subsidios a veces van en contra de su objetivo principal: aumentar el rendimiento de los cultivos y los ingresos de los agricultores y desarrollar las economías rurales.

Los subsidios agrícolas también pueden ocasionar, de manera inadvertida, que las personas talen bosques para producir productos básicos como la soya y la carne de res, los cuales ocasionaron alrededor del 20% de la pérdida de cobertura arbórea mundial en 2018. Lo anterior también tiene un costo económico importante. La deforestación y la degradación de la tierra reducen la productividad del suelo en los bosques y en las granjas, lo que cuesta a las comunidades rurales hasta 6.3 billones de dólares al año. La agricultura, la silvicultura y el cambio de uso de la tierra también son una fuente importante de contaminación por carbono, que representó el 18.5% de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2016.

Los gobiernos necesitan urgentemente revertir la degradación de la tierra, a la vez que aumentan significativamente los rendimientos de los cultivos para poder alimentar a 10 mil millones de personas para el año 2050. Este año, los gobiernos deben proteger específicamente la seguridad alimentaria de los 97 millones de personas que la pandemia de coronavirus empujó a la pobreza en 2020. Ese resultado únicamente será posible si apoyan a los pequeños agricultores, aquellos que trabajan en menos de dos hectáreas cada uno, y que producen hasta el 34% del suministro mundial de alimentos.

Un nuevo informe de WRI destaca cómo los gobiernos pueden cambiar los subsidios agrícolas públicos para estimular el desarrollo rural a la vez que protegen al medio ambiente y a los pequeños agricultores.

Modificar los subsidios a la agricultura puede ayudar a los agricultores y contribuir a la restauración de la tierra

El gobierno está incentivando la restauración de tierras en el paisaje de Makuki-Nzaui, en Kenia. Crédito de foto: Peter Irungu / WRI

En las décadas de 1950 y 1960, durante la Revolución Verde, los subsidios agrícolas sacaron de la pobreza a millones de personas al proporcionar a los agricultores fertilizantes, pesticidas y apoyo técnico. Sin embargo, hoy en día muchos programas alientan a los agricultores a utilizar una cantidad excesiva de pesticidas y fertilizantes en la búsqueda de mejoras inmediatas en el rendimiento, sin tener en cuenta cómo estos productos químicos pueden dañar el suelo y perjudicar la productividad a largo plazo.

Si los gobiernos cambian estos subsidios de bajo rendimiento, que han contribuido a la degradación del 75% de la tierra del planeta, podrían lograr mejor sus objetivos de ayudar a las economías rurales. Estos programas de incentivos renovados tienen la capacidad de ayudar a los agricultores a restaurar la salud de la tierra mientras construyen la resiliencia climática en las economías locales, y sin dañar los resultados financieros de las granjas.

Invertir en la restauración de la tierra no significa dejar de invertir en la agricultura, significa apoyar una versión de la agricultura con bajas emisiones de carbono que pueda proporcionar rendimientos sostenibles durante décadas. La agrosilvicultura, en la cual los agricultores agregan árboles a las tierras de cultivo, y el silvopastoreo, en el que cultivan árboles en las tierras de pastoreo de su ganado, son técnicas ampliamente usadas en ciertas partes de África, Asia y América Latina, las cuales mejoran la salud y la productividad de la tierra a largo plazo.

Revitalizar 150 millones de hectáreas de tierras agrícolas degradadas con estas y otras técnicas podría generar 85 mil millones de dólares en beneficios netos, proporcionar entre 30 mil millones y 40 mil millones de dólares anuales en ingresos adicionales para los pequeños agricultores, y producir alimentos adicionales para casi 200 millones de personas.

Si bien restaurar los paisajes no es una solución milagrosa para los problemas del cambio climático y la pobreza rural, dirigir la inversión pública a los agricultores de manera más eficaz puede ayudar a los países a alcanzar sus objetivos ambientales, de desarrollo rural y de seguridad alimentaria a largo plazo. Esto es importante para la recuperación posterior al coronavirus: los programas de estímulo gubernamentales para rescatar a los agricultores que están batallando no pueden sacrificar la sostenibilidad a largo plazo por ganancias económicas a corto plazo.

A continuación, enlistamos cuatro cosas que los gobiernos pueden hacer para diseñar políticas exitosas de restauración de tierras públicas:

1. Los gobiernos deben eliminar los subsidios agrícolas para fertilizantes y plaguicidas de bajo rendimiento

En 2005, después de un período de condiciones meteorológicas difíciles y escasez de alimentos, el gobierno de Malawi creó un programa de subsidios para insumos agrícolas como fertilizantes, y en el que empleó alrededor del 60% de su presupuesto agrícola total. Aunque en un principio el fertilizante del programa proporcionó un mayor rendimiento de maíz, su efectividad disminuyó con el tiempo, a la vez que dañó la tierra con productos químicos inorgánicos que acidifican el suelo y dificultan el crecimiento de las plantas.

Los tomadores de decisión en Malawi y en otros lugares pueden eliminar lentamente los costosos subsidios para fertilizantes y pesticidas dañinos en áreas donde los rendimientos ya no aumentan a medida que las personas agregan estos insumos. Si estos fondos se liberan para nuevos programas que ayuden a los agricultores a restaurar la tierra mediante la agrosilvicultura o el silvopastoreo (en apoyo de su Estrategia Nacional de Restauración del Paisaje Forestal) pueden ayudar a construir economías rurales resilientes al clima.

2. Los tomadores de decisión deberían crear incentivos para la restauración de tierras

Los gobiernos proporcionan más de un millón de dólares por minuto en subsidios agrícolas globales, algunos de los cuales incentivan a los agricultores a talar bosques para plantar cultivos comerciales subsidiados. Debido a que los agricultores tienen como objetivo maximizar sus ganancias (o ganarse la vida) y el apoyo del gobierno es una fuente importante de ingresos, muchos agricultores van detrás del dinero y convierten los bosques tropicales biodiversos, los cuales almacenan enormes cantidades de carbono, en granjas monocultivo en expansión.

Reutilizar los subsidios agrícolas puede ayudar a los agricultores a vayan detrás del dinero en la dirección opuesta. Pagarles para restaurar tierras agrícolas degradadas ayudaría a crear cadenas de valor sostenibles para los productos forestales y reduciría el costo inicial que soportan los propietarios de tierras mientras esperan que los beneficios de los nuevos árboles echen raíces. Esto, combinado con nuevos mecanismos que compensen a los agricultores por los beneficios ambientales de sus tierras, puede acelerar la restauración y generar mayores ganancias.

El cambio en los subsidios agrícolas también es importante porque la protección, la gestión sostenible y la restauración de los bosques son las soluciones basadas en la naturaleza menos costosas y más efectivas que los países tropicales pueden utilizar para cumplir con sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) del Acuerdo Climático de París.

Algunos países ya están cambiando. En Burkina Faso, la cubierta forestal se ha reducido a la mitad desde el año 2000 debido a la creciente demanda de tierras agrícolas y pastizales para el ganado. En respuesta, el gobierno inició en 2010 un Programa de Inversión Forestal de 30 millones de dólares que pagó a las personas para que cultivaran árboles en sus fincas. Este plan no sólo restauró tierras, sino que también les dio a los hogares suficiente dinero para gastar un 12% más en alimentos, lo que redujo la inseguridad alimentaria entre un 35% y 60%.

También hay avances en América Latina, donde los agricultores pagados para proteger los bosques junto a las tierras agrícolas por los programas Bolsa Floresta y Bolsa Verde de Brasil han logrado mayores rendimientos de los cultivos; y en Asia, donde la Política Nacional Agroforestal de la India ha aumentado la cobertura arbórea del país en un 2%, principalmente en granjas.

3. Debe priorizarse a los pequeños agricultores

En Perú, donde el gobierno trabaja en un nuevo incentivo público para la restauración, AIDER ayuda a los agricultores a cultivar café sostenible. Crédito de foto: Natasha Ferrari / WRI

Los grandes terratenientes y las corporaciones a menudo se benefician de manera desproporcionada de los subsidios existentes. Dado que los agricultores con menos de 15 hectáreas de tierra producen la mayor parte de los alimentos del mundo, los gobiernos deben diseñar programas de incentivos que lleguen a ellos. Los pequeños agricultores también necesitan derechos sobre la tierra más claramente definidos. Sin un título legal sobre sus tierras, a menudo no son elegibles para recibir subsidios.

Los agricultores, tanto grandes como pequeños, pueden trabajar juntos en coaliciones para alentar a los gobiernos a facilitar mercados para los servicios de los ecosistemas que produce la tierra restaurada, como agua limpia y la captura de carbono. Cuando la restauración no paga, no se produce.

Ghana ha aplicado estas lecciones. Allí, los incendios forestales —provocados por la caza, la agricultura de tala y quema y la producción de carbón vegetal— devastan los bosques y amenazan los medios de vida locales cada año. Para prevenir incendios futuros, los funcionarios alentaron a los pequeños agricultores a adoptar prácticas de gestión de la tierra más sostenibles, como arar los residuos de cultivos posteriores a la cosecha en sus campos en lugar de quemarlos.

Para restaurar la tierra dañada, el gobierno de Ghana creó un programa en 2015 para pagar a cada agricultor 34 dólares para cultivar árboles, lo que mejoró la calidad del suelo, la disponibilidad de agua y la biodiversidad local. Cuando la gente vio a sus vecinos recibir sus primeros pagos, la participación se triplicó.

Los incentivos públicos como el de Ghana también podrían ayudar a los pequeños agricultores a adoptar las últimas tecnologías, como semillas resistentes al clima, para aumentar sus rendimientos a corto plazo (ya que sientan las bases para los beneficios a largo plazo de la restauración).

4. Los funcionarios públicos deben trabajar juntos

Los funcionarios de los ministerios nacionales de agricultura, medio ambiente, planificación rural y finanzas deben trabajar juntos para lograr objetivos comunes. La restauración de las tierras agrícolas puede respaldar los objetivos políticos de los gobiernos en cuanto al clima, la biodiversidad y el desarrollo rural, al tiempo que genera ahorros en sus presupuestos. Este enfoque será esencial para una era posterior al coronavirus en la que muchos países en desarrollo pueden necesitar implementar políticas financieras frugales.

La cooperación internacional es igualmente importante. El reciente Acelerador de Políticas de Restauración, por ejemplo, reunió a funcionarios gubernamentales de Chile, México, Perú, Guatemala y El Salvador para impulsar la capacidad y la voluntad política para los incentivos de restauración dentro de la red Iniciativa 20x20 liderada por América Latina. Al crear una red en la que los funcionarios pueden hablar de manera confidencial con sus pares para resolver problemas, el programa avanza en el tratamiento de políticas delicadas.

Por ejemplo, El Salvador actualmente diseña tres nuevos instrumentos de política para permitir que los bancos locales: 1) otorguen préstamos a las personas que restauran tierras mediante el cultivo sostenible de alimentos y productos básicos, 2) inviertan en la restauración de cuencas hidrográficas clave y 3) recompensen a los agricultores que cultivan árboles para prevenir inundaciones y deslizamientos de tierra.

Perú evalúa cómo un programa de incentivos para los agricultores que restauran sus tierras podría reducir sus costos iniciales, producir un retorno de la inversión y potencialmente impulsar la economía de restauración del país.

Los países también pueden aprender del trabajo de los demás al darle seguimiento al progreso de sus programas de restauración. Invertir en monitoreo, como el sistema personalizado y fácil de entender de El Salvador, proporciona los datos necesarios para justificar nuevos programas o expandir los existentes.

Políticas inteligentes para un futuro restaurado

El pequeño distrito de Sidhi de la India trabaja en un plan participativo para restaurar más del 75% de su tierra. Crédito de foto: Sandip Chowdhury / WRI

Los subsidios agrícolas pueden ser una ayuda importante tanto para los agricultores como para el medio ambiente. Redirigir hacia dónde van estos subsidios agrícolas podría proporcionar alimentos a millones de personas y, al mismo tiempo, proteger y restaurar los bosques y las granjas del mundo.

Para cumplir con sus objetivos climáticos, de biodiversidad y desarrollo sostenible, los gobiernos deben aprovechar el poder de la agricultura restaurativa. Los incentivos y los subsidios agrícolas más inteligentes pueden lograr más con menos. Pueden ayudar a los gobiernos a lograr estos importantes objetivos políticos sin dañar a los agricultores, que son la columna vertebral de las economías rurales.

Puedes leer más sobre este trabajo en el nuevo informe Los subsidios agrícolas inteligentes pueden restaurar granjas degradadas y generar beneficios para las economías rurales, y este sumario del Acelerador de políticas de restauración.