En el caso de Brasil y México, la cumbre es una oportunidad para resaltar el papel de los gobiernos subnacionales en el desarrollo de acciones climáticas

Durante su campaña como candidato presidencial en Estados Unidos, Joe Biden se comprometió a llevar a cabo una cumbre climática con líderes mundiales durante sus primeros 100 días en el cargo. Dicha promesa se cumplirá con la celebración, del 22 al 23 de abril de 2021, de la Cumbre de líderes sobre el clima.

Para esta reunión, la Administración de Biden tiene el objetivo de estimular los esfuerzos de las principales economías del mundo para que se mantenga viable la meta de mantener el calentamiento global a 1.5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales mediante la reducción de emisiones contaminantes durante esta década crítica. En la cumbre también se abordarán temas como la importancia de incrementar los beneficios económicos de la acción climática, incluida la creación de empleo, así como la relevancia de movilizar fondos públicos y privados, la necesidad de generar la capacidad de adaptación y resiliencia a los impactos climáticos, de incorporar soluciones basadas en la naturaleza, implementar e impulsar tecnologías transformadoras, y se presentará la acción climática a nivel subnacional y empresarial.

La Administración Biden invitó a la cumbre a 40 líderes mundiales, entre ellos las cabezas de las 17 principales economías responsables de aproximadamente el 80% de las emisiones mundiales y del PIB mundial, así como a los líderes de algunos países que son particularmente vulnerables al cambio climático o que están a la vanguardia en cuanto a acciones climáticas ambiciosas.

La cumbre servirá como un hito global crítico en la antesala a la COP26 de la ONU, que se celebrará en noviembre de 2021. Se espera que, antes de esa fecha, los países firmantes del Acuerdo de París presenten una versión reforzada de sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés). La cumbre de líderes sobre el clima también representa una gran oportunidad para que Estados Unidos se restablezca como líder en la diplomacia climática global.

Para que la Cumbre de líderes sobre el clima sea un éxito, estos son cuatro sucesos clave que tendrían que ocurrir:

1. Estados Unidos debería comprometerse a reducir a la mitad sus emisiones de GEI para el 2030 y aumentar significativamente la financiación climática

El Presidente Biden se comprometió a anunciar, ya fuera durante o antes de la cumbre, un objetivo nuevo de reducción de emisiones para 2030. Este objetivo será parte de la NDC estadounidense. Para abordar el desafío climático y ayudar a impulsar una economía fuerte y equitativa, la Administración Biden debe comprometerse a reducir las emisiones, para 2030, en un 50% por debajo de los niveles de 2005. Esta es también una oportunidad clave para que Estados Unidos demuestre que liderará en la reducción de emisiones de metano altamente potentes.

Análisis realizado por una variedad de organizaciones muestra que es posible alcanzar una meta de reducción de emisiones del 50% de manera rentable con las tecnologías existentes, y que esto impulsaría de manera importante el empleo y la innovación en una variedad de sectores, incluido el de las energías renovables, el de transporte sostenible y los vehículos eléctricos, y los sectores de la industria y la agricultura. Por ejemplo, una electrificación rápida de la economía, esencial para reducir las emisiones, podría sostener hasta 25 millones de empleos bien pagados durante los próximos 15 años, ahorrarle al hogar promedio hasta 2 mil dólares anuales en gastos de energía y sería más beneficioso para la salud. Las reducciones de emisiones también ayudarían a Estados Unidos a prevenir los costos económicos de los daños ocasionados por el clima.

En diciembre de 2020, el Congreso estadounidense aprobó una importante legislación energética que fungirá como una base sólida sobre la que construir, con disposiciones para eliminar gradualmente el uso de los supercontaminantes hidrofluorocarbonos (HFC), que se utilizan en sistemas de refrigeración y aire acondicionado, y que permitirá también ampliar las inversiones en energía eólica, energía solar, la red eléctrica, el almacenamiento de energía, la climatización de viviendas de bajos ingresos y mejoras de eficiencia energética de escuelas y edificios federales.

Además, más de mil científicos pidieron a Biden que redujera las emisiones a la mitad para 2050, y un grupo de empresas importantes con más de 1.4 billones de dólares en ingresos anuales combinados se unieron tras una ambiciosa NDC.

Durante la Administración de Donald Trump, el Gobierno federal de Estados Unidos se mantuvo al margen (o peor) durante cuatro largos años. Un objetivo de reducción de emisiones de Estados Unidos para 2030 lo suficientemente audaz aunado a un apoyo financiero mayor para los países en desarrollo son ingredientes esenciales para desbloquear acciones más audaces de otras naciones.

2. Las principales economías deberían presentar objetivos de reducción de emisiones hacia 2030 que se alineen con trayectorias que conduzcan a emisiones de dióxido de carbono netas iguales a cero

Los países especialmente bien posicionados para anunciar objetivos climáticos más sólidos en la cumbre son aquellos que se han comprometido a lograr emisiones netas igual a cero a mediados de siglo, pero aún tienen que presentar una NDC con metas a 2030 que esté alineada con su objetivo de reducción de emisiones a largo plazo. Entre estos países se encuentran Japón, Corea del Sur, Canadá y China.

Japón y Corea del Sur anunciaron el año pasado objetivos de reducción de emisiones para 2030 que no se alinean con sus objetivos para 2050. Sin embargo, ambos países han dicho desde entonces que presentarán NDC más ambiciosas antes de la COP26. Por su parte, Canadá aún no ha presentado su plan, pero indicó que anunciará un objetivo de emisiones mejorado para 2030 en la cumbre.

China tampoco ha presentado aún su compromiso climático nacional en virtud del Acuerdo de París. Durante o antes de la Cumbre de líderes sobre el clima, China debería dejar en claro su intención de cumplir un objetivo para 2030 que se alinee con su compromiso de alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2060. El 14o Plan Quinquenal recientemente adoptado por China, que establece la estrategia económica del país, no indicó que incrementará esfuerzos lo suficiente para alcanzar emisiones netas iguales a cero. El fortalecimiento de su NDC este año, junto con los planes sectoriales y provinciales, son oportunidades para que el país le asegure al mundo que se toma en serio la tarea de abordar la crisis climática. Además de controlar las emisiones de CO2, China debería establecer un objetivo para limitar las emisiones de otros gases distintos al CO2, incluidos el metano e hidrofluorocarbonos. Esto es especialmente importante para China: si sus emisiones distintas de CO2 fueran un país, serían el séptimo mayor emisor de GEI totales del mundo.

Investigaciones de WRI muestran que existen muchas oportunidades rentables para que China controle sus emisiones de estos potentes GEI en toda su economía, desde los sistemas de enfriamiento y el cultivo de arroz hasta la gestión de aguas residuales.

Otros países, como India, Indonesia y Sudáfrica, también deberían utilizar esta plataforma global para aumentar su ambición. Si bien es posible que no estén listos para entregar sus planes nacionales en la cumbre, es esencial que todos los países indiquen su compromiso con una acción climática más audaz antes de la COP26 y contribuyan a los esfuerzos globales para evitar impactos climáticos peligrosos y costosos. En el caso de países como Brasil y México, la cumbre es una oportunidad importante para resaltar el papel de los gobiernos subnacionales en el desarrollo de una acción climática sólida.

La oportunidad para México

En esta Cumbre, México tiene la oportunidad de anunciar una nueva revisión de su NDC con compromisos de reducción de emisiones GEI en sectores estratégicos, como el transporte, y sobre la conservación y manejo sustentable de ecosistemas que brindan enormes beneficios económicos y sociales, sobre todo a los grupos más pobres y en condiciones de mayor vulnerabilidad.

Compromisos para conseguir una mejor integración entre movilidad y planeación urbana, y el cambio hacia modos de transporte no motorizados y masivos con tecnología eléctrica, podrían reducir 30% de las emisiones GEI al 2030 y hasta el 86% al 2050 con respecto a la línea tendencial, además de generar grandes beneficios vinculados a la equidad urbana, salud y calidad de vida de la población. Asimismo, un compromiso para establecer una política de carbono azul para restaurar y proteger zonas prioritarias de manglares (donde se almacenan casi el doble de las emisiones GEI anuales del país), restaurar y proteger la biodiversidad y los bosques (cuya pérdida de cobertura se ubica entre las 10 más altas del mundo) al tiempo que se fortalecen los medios de vida sustentables en las comunidades, son algunas áreas de oportunidad donde México puede establecer compromisos concretos y sumarse al grupos de países que ya están anunciado ambiciosas metas climáticas a corto y mediano plazo.

Estos compromisos y similares permitirían, además, apoyar y escalar en el País las medidas que se están proponiendo a nivel subnacionales a través de planes de acción climática como el de la Ciudad de México y la Zona Metropolitana de Guadalajara, que buscan alcanzar la neutralidad de emisiones GEI a mediados de siglo.

3. Las naciones deben aumentar la financiación climática para los países en desarrollo y dejar de financiar el carbón

La Administración de Biden dijo que producirá un plan de financiamiento climático sobre cómo Estados Unidos utilizará estratégicamente diferentes instituciones financieras para ayudar a los países en desarrollo a emprender acciones climáticas ambiciosas. El plan, que se espera que se publique alrededor del momento de la cumbre, ayudará a sentar las bases para la Cumbre de los líderes. Es esencial apoyar a los países en desarrollo en la instalación de energía limpia, la protección de los bosques y la generación de resiliencia a los impactos climáticos cada vez más dañinos.

El plan de financiamiento climático debe indicar cómo Estados Unidos escalará su financiamiento climático para ponerse al día con los esfuerzos de otros donantes importantes, quienes contribuyen más per cápita y por participación del ingreso nacional bruto. El plan también debe incluir un nuevo compromiso con el Fondo Verde para el Clima, establecer cómo el país entregará los 2 mil millones de dólares en fondos aún no otorgados que fueron prometidos en 2014 y hacer un nuevo compromiso para empatar con otras naciones que recientemente duplicaron sus contribuciones.

Un aumento de la ambición de financiación climática de los Estados Unidos puede presionar a otros países desarrollados para que también presenten nuevos compromisos de financiación climática. Por ejemplo, Canadá e Italia son los miembros del G7 que menos contribuyen en financiamiento climático, y deberían hacer más para ponerse al día con sus pares. Francia y Japón también deberían aumentar su financiación climática basada en subvenciones que, al ser menos del 5% de su financiación bilateral, es demasiado pequeña para satisfacer aquellas necesidades que no son adecuadas para la financiación mediante préstamos. Y todos los países desarrollados deberían aumentar su financiamiento para la adaptación para alcanzar un equilibrio con el financiamiento de mitigación requerido en el Acuerdo de París.

El plan financiero de la Administración de Biden también deberá abordar cómo el país utilizará sus propias instituciones, como la Corporación Financiera de Desarrollo, y presionar a las instituciones internacionales como el Banco Mundial para aumentar la financiación para la acción climática y desviar la financiación de las actividades que no están alineadas con el Acuerdo de París, en particular de los combustibles fósiles.

La Cumbre también es un momento clave para que otros países dejen en claro cómo dejarán de financiar actividades dañinas, particularmente cómo pararán la financiación del carbón. China, Corea del Sur y Japón son los tres mayores financiadores públicos que quedan para la construcción de plantas de carbón en todo el mundo, y actualmente financian 84 gigavatios (GW) para la construcción de estas plantas en países como Indonesia, Vietnam y Sudáfrica. Cada uno de ellos ha indicado intenciones de alejarse del financiamiento del carbón en el extranjero y, dado que los países receptores reorientan cada vez más sus planes de desarrollo energético lejos del carbón, es hora de poner fin por completo al financiamiento público del carbón.

4. Las naciones deben comprometerse a ecologizar sus planes de recuperación económica tras la pandemia

A más de un año desde el inicio de la pandemia de COVID-19, países de todo el mundo han gastado 16 billones de dólares para responder a la crisis. Si bien algunos países, principalmente en Europa, han aprovechado la oportunidad de abordar juntos la crisis económica y el cambio climático, la mayoría de las medidas de estímulo para la recuperación post-pandémica apuntan al modelo económico de siempre. El año pasado, algunos gobiernos anunciaron más estímulos a los combustibles fósiles que a las energías limpias. Este es un paso en falso terrible: la investigación muestra que un dólar gastado en infraestructura de energía limpia o en la conservación de ecosistemas crea más empleos y tiene un retorno económico de dos a siete veces mayor que si se gastara en sectores insostenibles. Después de una caída en las emisiones globales de dióxido de carbono durante la mayor parte del año pasado debido a las medidas de confinamiento, para diciembre de 2021, las emisiones incrementaron a niveles más altos que en diciembre de 2019.

La Cumbre de líderes sobre el clima ofrece la oportunidad de un nuevo comienzo para el mundo en el que las naciones se comprometan con una recuperación más respetuosa con el clima, resiliente y justa. Como anfitrión, Estados Unidos tiene la responsabilidad de marcar la pauta. Los acontecimientos recientes muestran que lo está haciendo. Con la reciente propuesta del Plan Estadounidense de Empleos, la Administración de Biden tiene como objetivo crear millones de empleos e invertir más de 1 billón de dólares en la lucha contra el cambio climático, energías limpias y justicia ambiental.

Otras economías importantes deberían compartir también cómo aprovecharán los empleos y las ganancias económicas de las energías limpias, las soluciones basadas en la naturaleza y otros proyectos bajos en emisiones de carbono, al tiempo que detienen el rescate de las empresas con más emisiones. Si los gobiernos se comprometen con la recuperación verde, estos paquetes pueden sentar las bases para NDC más fuertes y acciones ambiciosas en la próxima década, al construir la infraestructura de energía limpia necesaria para descarbonizar la economía y sentar las bases para las economías resilientes del futuro.

La oportunidad en la Cumbre de líderes sobre el clima

La Cumbre de líderes sobre el clima llega inmediatamente después de la publicación de un informe de la ONU que describe cómo los compromisos de reducción de emisiones de los países en conjunto están muy por debajo de lo que se necesita para prevenir los impactos más peligrosos del cambio climático. Pero eso no muestra el panorama completo, ya que los emisores que representan el 75% de las emisiones globales aún no han presentado sus planes (incluidos los Estados Unidos, China e India) o se han comprometido a volver a presentar planes más sólidos este año (incluidos Japón, Canadá y Corea del Sur). Esta reunión ofrece una oportunidad para que las economías más grandes del mundo anuncien nuevos y ambiciosos objetivos climáticos o al menos señalen que adoptarán planes más sólidos antes de las negociaciones de la COP26.

El mundo estará observándolos.

Con información de Avelina Ruiz