El Palmar, en Tabasco; Isla Arena, en Campeche, y Sisal, en Yucatán, tienen mucho más en común que sus valiosos humedales costeros: se enfrentan a diversas problemáticas ambientales, sociales y económicas. Por el lado ambiental, son sistemas altamente vulnerables a los efectos del cambio climático, pues están expuestos a marejadas, tormentas, inundaciones y huracanes, entre otros fenómenos climáticos.

Y por el lado social y económico, se enfrentan a los impactos producto de las actividades turísticas, de comunicación, comercio y urbanización derivadas del crecimiento turístico y la migración en las zonas costeras. Esto conlleva la modificación o destrucción de los hábitats y a una mayor presión sobre los recursos y, por tanto, en la organización comunitaria.

En la actualidad, los planes y políticas de turismo costero ignoran cómo los destinos turísticos pueden responder y adaptarse a los impactos del cambio climático a corto y mediano plazos. Afortunadamente, existen estrategias que pueden abordar todas estas problemáticas de manera simultánea.

La Adaptación basada en Ecosistemas (AbE) se refiere a estrategias de adaptación al cambio climático que aprovechan las soluciones que se apoyan en la naturaleza y los servicios ecosistémicos, tales como la restauración, conservación y manejo sustentable comunitario de manglares. Para su implementación, no obstante, es indispensable considerar la percepción y vivencia local de estos fenómenos. Como parte de los proyectos RE3CO y Beneficios socioambientales de la restauración comunitaria de manglares (financiado por la fundación Packard), WRI México, junto con los socios Programa de Pequeñas Donaciones del FMAM (PPD) y Ducks Unlimited México (DUMAC), realizaron actividades y entrevistas en estas tres comunidades con ese objetivo en mente.

Las entrevistas sirven como una guía de las percepciones y vivencias locales respecto a los riesgos y la vulnerabilidad ambiental, así como los beneficios y áreas de oportunidad para que las estrategias de AbE sean una realidad.

La importancia de una mirada local y con interseccionalidad

Actividades en Centla , Tabasco. Crédito de foto: WRI México.

Durante las charlas se reveló que las comunidades reconocen varios riesgos a los que están expuestas, algunos de ellos vinculados al cambio climático, como huracanes, incendios e inundaciones, y otros relacionados con problemáticas preexistentes, como la tala y cacería desorganizada, eutroficación y enfermedades. En comunidades como Sisal e Isla Arena, donde influyen más factores externos, se identificaron preocupaciones adicionales como cambio de uso de suelo y erosión.

A pesar de que estas tres comunidades comparten la característica de ser aledañas o estar colocadas en humedales costeros, hay diferencias en términos de temperatura, clima, humedad, dinámicas poblacionales y otros factores que determinan su respuesta a los impactos. Por ejemplo, en Sisal, la influencia de los impactos externos es más pronunciada, lo que resulta en una mayor interrupción de la dinámica social en comparación con Centla e Isla Arena, aumentando así su vulnerabilidad.

También destacaron las respuestas entre mujeres, hombres, juventudes e infancias, lo que permitió comprender mejor las percepciones de riesgo por género y considerar otras dimensiones de la vulnerabilidad. Las mujeres mencionaron los riesgos de acuerdo con su rol de cuidadoras, ya que hablaron sobre los recursos en escala doméstica, como la calidad del agua, el suministro de alimentos, enfermedades, lesiones potenciales, y la gestión de los residuos. En contraste, los hombres mencionaron con mayor frecuencia las posibles afectaciones a la pesca, las caza, y aquellos fenómenos a los que están expuestos por sus actividades, como incendios, naufragios, contaminación de los cuerpos de agua y marea roja.

Actividades en Sisal, Yucatán. Crédito de foto: WRI México.

Para enfrentar dichos riesgos, en Centla e Isla arena contemplan establecer brechas corta fuego, reforestación, restauración de arrecifes, limpieza de playas, vedas, educación ambiental, entre otras. En los últimos años, Sisal ha experimentado afectaciones debido a la especulación inmobiliaria y desarrollo turístico, lo cual fue agravado con el decreto de Pueblo Mágico, con la opinión entre pobladores dividida entre a favor y en contra, actualmente, los pobladores están estableciendo nuevas dinámicas y prioridades. La falta de unión e interés potencialmente dificultan la implementación de las estrategias AbE y la gestión adecuada de los riesgos.

La oportunidad que abre la Adaptación basada en Ecosistemas (AbE)

Las actividades de restauración y conservación de manglares destacaron por sus beneficios. Estas acciones ayudan a mitigar los impactos y riesgos a los que están expuestas las comunidades, al tiempo que proporcionan beneficios sociales y económicos. Para las mujeres y las personas jóvenes, representan oportunidades laborales a tiempo completo y temporal, y espacios para transmitir conocimientos a las siguientes generaciones sobre la importancia de cuidar y valorar los manglares. Estas actividades también ofrecen alternativas de ingresos en temporadas de secas a comunidades que dependen en gran medida de la pesca o el turismo.

Hacer frente a los desafíos

Para hacer frente a los desafíos, las comunidades identificaron la necesidad de coordinarse con vecinos e instituciones gubernamentales locales, participar en vigilancia comunitaria, fortalecer y desarrollar actividades ecoturísticas, mejorar el manejo de residuos, y reforzar la organización comunitaria y la educación ambiental. En este aspecto, las tres comunidades mostraron interés y entusiasmo de fortalecer sus capacidades para comprender y hacerle frente a los problemas que se les presentan. En Sisal e Isla Arena existe la oportunidad de aumentar significativamente la colaboración y coordinación con autoridades en beneficio de las comunidades y los ecosistemas.

WRI México trabaja con organizaciones comunitarias, gubernamentales, con el sector privado y la academia para promover las acciones AbE en la región. En este caso, el proyecto tuvo como enfoque la adaptación al cambio climático de comunidades costeras, a través de un análisis de la vulnerabilidad ante este, además de facilitar el diálogo y la participación para identificar rutas para continuar las acciones de restauración, conservación, y manejo sustentable de ecosistemas de manglar a escala local.

La puesta en marcha de estrategias AbE es posible gracias a la colaboración entre actores y el apoyo adecuado de organizaciones no gubernamentales, la academia y el sector privado. Los ejercicios de talleres y conversatorios para compartir experiencias han demostrado ser exitosos en la identificación de los riesgos, en permitir el reconocimiento del camino ya recorrido en acciones AbE y en el establecimiento de las rutas a seguir para que estas actividades se fortalezcan y puedan mantenerse en el tiempo todo en beneficio de las comunidades y los ecosistemas de manglar.